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HTA - KROTZ: UTOPIA, ASOMBRO, ALTERIDAD


Krtoz - Utopía, asombro, alteridad: Consideraciones matateóricas acerca de la investigación antropológica.

1-La Génesis Olvidada siglo XIX antropología como disciplina cinetifica.
La oposición ciencia –no ciencia opera en un sentido de sustitución definitiva y total: la antropología como ciencia ha reemplazado todas las (falsas) ideas anteriores.
Es, ciertamente, una ironía de la historia de Occidente que su juicio despectivo acerca de las llamadas especulaciones de autores anteriores haya sido repetido con respecto a ellos en los comienzos de la antropología del siglo XX, tildando sus esfuerzos de “especulaciones seudohistóricas”.
La consolidación de las ciencias antropológicas como disciplina científica –es decir, el reconocimiento social de un campo de conocimiento que merecía este estatuto- fue, pues, sólo en parte el resultado del proceso “interno” entre investigaciones dedicados a este conocimiento. La negación del carácter procesual de la constitución de la antropología como ciencia y la eliminación de sus ahora llamados “antecedentes” del campo del quehacer científico llevaron conjuntamente al opacamiento prácticamente completo de las condiciones –internas y externas- de este proceso de constitución.
La pregunta antropológica nace del encuentro: el encuentro entre pueblos, culturas, épocas.
Levi-Strauss ha señalado el encuentro entre Europa y America como el origen de la antropología europea. Pregunta y respuesta se formulan en torno y a partir e uno solo de los dos polos del encuentro y se presentan investidos de la autoridad que confiere el discurso científico.
La historia de la ciencia forma parte de la teoría de la ciencia; la historia de la antropología –no solamente a partir de su constitución como disciplina científica- es parte de su metateoría
2-El Asombro se Extingue
Aristóteles: “lo que originalmente impulso a los hombres a las primeras investigaciones fue el asombro”. El asombro se funda, ontológicamente hablando, en la dialéctica entre identidad y diferencia, movimiento en el cual dos polos opuestos se complementan, en el sentido de que uno no puede ser sin el otro. El asombro es, históricamente hablando, el momento repetido y siempre único del proceso cognoscitivo.
Para la antropología el asombro se relaciona con y se explicita en la categoría de la alteridad. La alteridad, precisamente como categoría y no como concepto, es constitutiva para el trabajo antropológico. Su uso, reconocimiento, comprensión, implican un conocimiento de lo propio, ante cuyo horizonte solamente lo otro puede ser considerado como otro.
Pueden revisarse todos los pensadores que han dejado huellas reconocibles en la tradición occidental y que de un modo u otro pueden y suelen ser considerados como precursores de la antropología científica y encontraran en la obra de cada uno de ellos la alteridad reconocida como piedra angular de sus investigaciones y de sus construcciones teóricas.
El proceso de paradigmatización de las ciencias antropológicas, y el paso por la línea divisoria no ciencia-ciencia, ha sido acompañado por una desmitificación de la pregunta antropológica y del asombro que le había dado origen. Esto significa un cambio en la valencia de las categorías de la alteridad y una inversión de la pregunta antropológica.
3- La utopía eliminada
En la antropología evolucionista la alteridad se expresaba en el reconocimiento de la llamada unidad psíquica de la humanidad, es decir, la aceptación de una misma esencia humana para civilizados, bárbaros y salvajes, para antepasados primitivos y cultos contemporáneos. Esto permite un ordenamiento del material etnográfico que elabora las diferencias entre los pueblos. Transfiguro lo diverso en convergente. La antropología evolucionista comprende la categoría de la alteridad a través de una terminología negativa para su descripción (no civilizados, no occidentales).
La necesidad de aislamiento tribal de los “otros” para poder estudiar la evolución independiente se combina así fatalmente con la necesidad de ubicarlos en etapas evolutivas generales, resultando en la afirmación circular de la sociedad propia, la sociedad del antropólogo en cuestión, como parámetro de evaluación de todas las demás. En este momento, el enjuiciamiento utópico en cualquiera de sus formas ha quedado eliminado. La ciencia antropológica no sólo no cree necesitar de sus orígenes, de la pregunta antropológica original, sino también carece de la posibilidad de recuperarlos al descalificarlos para siempre como no científicos, no relevantes para y en el proceso de conocimiento científico. De manera concomitante, el asombro se pierde cada vez más: degenera en mera curiosidad por lo extraño y lo grotesco, es inseparable del juicio de antemano al cual corresponden os prejuicios de los públicos lectores más amplios de las obras antropológicas.
4-La Historia como Teoría
Todo contacto cultural crea problemas de legitimación entre las partes involucradas y redunda en demostraciones de superioridad frente a lo otro, a lo extraño. El etnocentrismo es la condición natural de la humanidad para la antropología decimonónica.
El imperialismo cultural que se extiende en nuestros países y que en la antropología se expresa por medio de fenómenos tales como el surgimiento periódico de modas intelectuales procedentes de los países industrializados y la frecuencia con que los antropólogos realizan parte de sus estudios en estos países, la burocratización de la investigación antropológica que convierte al antropólogo en recolector y maquillador de datos empíricos, la ausencia generalizada de confrontación real de los resultados al interior de la comunidad científica y con los informantes, han sido factores que han contribuido eficazmente al subdesarrollo de esta reflexión.
Lo que hace falta es el énfasis en una dimensión teórica, para muchos nueva e inusitada, de la praxis de la investigación antropológica.
5- Hacia el asombro como asombro mutuo.
Siempre es un asombro mutuo: el estudioso sobre los estudiados, los estudiados sobre el estudioso. En la investigación de campo el asombro mutuo, reconocido como tal, se convierte, podría convertirse, en la base para la recuperación del asombro de la pregunta antropológica original. De ser así, significaría que el antropólogo, al estudiar la “otra” sociedad, recobraría el asombro sobre sí mismo y sobre su propia sociedad.
ay dos maneras de ver al estudio del trabajo de campo: una concede importancia primordial a la realidad empírica por observar y elabora sus categorías analíticas a partir de ésta para ponerse a salvo de los peligros del idealismo deductivista, la otra parte de esquemas analíticos de determinados autores y ve en su aplicación a los fenómenos de la realidad observable la única posibilidad de escapar del empirismo plano. Las dos concepciones tienen en común que, de manera implícita o explícita, no conceden Alor de interrogante a la realidad observada, es decir, ambas posiciones eliminan tendencialmente al asombro como actitud del investigador, la alteridad como elemento constitutivo de su análisis.

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