SIST III - Citro y Cerletti – “Las danzas aborígenes siempre fueron en ronda” Música y danza como signo identitario en el Chaco argentino.
Citro y Cerletti – “Las
danzas aborígenes siempre fueron en ronda” Música y danza como
signo identitario en el Chaco argentino.
En la construcción de un
imaginario identitario nacional se formo la idea de que “los
argentinos descendemos de los barcos”. Con Perón surgieron algunas
medidas de protección a los pueblos indígenas. En la década del 70
se inicio la documentación y el estudio sistemático de las
expresiones musicales indígenas.
El trabajo particular se va a
enfocar en los cantos-danzas en ronda de los tobas de Formosa y los
mocovies de Santa Fe.
Tanto los tobas como los
mocovies tenían cantos y danzas circulares en las ceremonias donde
se celebraban triunfos bélicos, rituales de iniciación femenina,
acuerdos matrimoniales. En cuanto a estos últimos, los jóvenes
solían practicar danzas en ronda para promover sus encuentros
sexuales.
Dentro del Chaco argentino, los
grupos tobas y mocovies representan, respectivamente la más tardía
y la más temprana adopción del cristianismo y de otras prácticas
de la sociedad hegemónica.
La investigación que se
propone este artículo es en colaboración con una musicóloga y una
antropóloga especializada en danza y corporalidad.
La propuesta
teórico-metodológica consiste en prestar atención a los dos rasgos
característicos de todo arte de la performance. Intentan analizar la
música y las danzas como estructuras estéticas y como procesos
performativos. Este proceso dinámico requiere de un análisis
etnográfico de la práctica social que tome en consideración
percepciones, sentimientos, significados, propósitos y relaciones
sociales entre los performers, y entre éstos y el público, es
decir, su contexto sociocultural y su historia.
Se identifican así las
características musicales que distinguen el “dialecto” musical
de una tradición de permormance particular del “background del
lenguaje musical común” en términos que se ajusten a sus
propiedades y estructura (especialmente en las culturas que careen de
teorías musicales o dancísticas explicitas); esto lleva a inferir
significados relacionales en los niveles internos de sus estructuras.
Además, se analizara la música y la danza como performances
dinámicas que pueden ser modificadas y utilizadas estratégicamente
por los perfomradores y el publico para legitimar, dar nuevas formas
o modificar sus roles y experiencias en la vida social.
Se intenta alcanzar una
síntesis entre los enfoques orientados al sonido y al movimiento y
el orientado al contexto.
Van a proponer un modelo
tripartito, en donde es posible distinguir el signo, el objeto, y el
interpretante. El potencial activo de los signos es inversamente
proporcional al grado de mediación, generalidad, y abstracción, los
signos de nivel más bajo tienen más probabilidades de crear
interpetantes emocionales y energéticos, mientras que los signos que
involucran símbolos tienen más probabilidades de generar respuestas
y razonamientos basados en el lenguaje.
Tomando la teoría de Peirce,
la música y la danza pueden funcionar como icono o como índice. Por
lo que la música y la danza en diversas culturas se convierten en
recursos clave para realizar o tomar conciencia de identidades
personales y colectivas.
El proceso performativo: la
colonización en la historia toba y mocovi y el retorno de sus danzas
circulares
El cuadro siguiente muestra
como, entre los tobas y los mocovies, las danzas circulares fueron
abandonadas durante un extenso periodo, pero en las últimas décadas,
han sido retomadas, aunque con cambios significativos, especialmente
en el caso toba.
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Tobas
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Mocovies
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Danzas antiguas
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Nmi, danza
ritual toba
Por parte de
los jóvenes
Carácter
sexual
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Post
“conquista”
evangelización
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Se deja de
danzar y cantar. Como parte de la antigua cultura aborigen, la
música y la danzas en ronda son asociada al pecado, al alcohol y
al tabaco
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También
empiezan a ocultar e incluso rechazar su identidad aborigen en sus
relaciones con los blancos. A pesar de esto, hacían una
festividad anual a “Santa Rosa” (celebrada e 30 de agosto) lo
que permitió la continuidad de los lazos sociales. Los mocovies
declaran que en esta época del año, sus ancestros solían
practicar sus propios rituales. En este contexto las danzas
favorecieron el cortejo y el casamiento dentro del grupo étnico.
Se documentaron
dos tipos de danzas en ronda que se abandonaron en los ’50: 1-
el maniñ (ñandú) y “vizcacha”. 2- Otras que se asemejaban a
las danzas criollas (cielito, pericon, etc). Lo fundamental era el
rol del capitán, bastonero o maestro en estas danzas. Lo que
marcaba la diferencia con los blancos era que estaban descalzos
(ellos). Se van remplazando por otras danzas, con guitarra y
acordeón, hasta que en mediados del s XX los jóvenes prefirieron
bailar el chamame en sus fiestas, por lo que cambiaron los usos y
fines sociales.
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Procesos de
identificación como aborígenes.
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’90: los
jóvenes empezaron a bailar una danza circular denominada rueda en
las iglesias del Evangelio. Algunos Tobas relacionaron el diseño
circular de esta danza y las intenciones sexuales de los
ejecutantes al antiguo nmi, a pesar de las diferencias
coreográficas
Solo en años
recientes comenzaron a participar de agrupaciones políticas por
la lucha de sus derechos.
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Para fines del
siglo XX, hay una gran diferencia generacional, mientas los
ancianos y los adultos continuaban danzando chamame, los más
jóvenes habían empezado a bailar cumbia.
En el contexto
del reconocimiento de los derechos aborígenes, se comenzaron a
interesar en recuperar su historia. Así en el 2007, se volvieron
a hacer los antiguos bailes paisanos (pero ahora calzados y los
jóvenes y los ancianos están mezclados).
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La estructura estética de
los contos-danza circulares: una forma que vuelve sobre sí misma.
Identificaron al menos tres
tipos principales de prácticas musicales que han sido compartidas
por los grupos guaycurúes (mocovies y tobas) en el pasado: los
cantos-danzas colectivos, vinculados a las danzas circulares de los
jóvenes y a los rituales de iniciación femenina; los cantos
individuales ejecutados con la sonaja de calabaza, relacionados con
las practicas chamanicas y los rituales de (no se lee, creo que
bebida), y la ejecución de instrumentos musicales, como el
denominado violín de lata y la flauta.
El principio estructural que
caracteriza los cantos-danza guaycurúes en tanto genero performatico
es la profunda articulación entre reptaciones con variaciones
mínimas debidas principalmente a la perdida de motivos, en el
discurso musical, y a la repetición colectiva de los mismos
movimientos en formaciones circulares en el discurso coreográfico.
Además de los parámetros musicales compartidos (ritmos binarios,
melodías trifonicas, ausencia de letra) también identifican otras
seis características específicas relacionadas a estos principios
estructurales:
- Secuencias de performances continuas formuladas por varios cantos-danzas breves no interrumpidos por silencios o ausencia de movimiento (varía según las habilidades y/o conocimiento de cada capitán).
- Mínima diferenciación entre los roles durante la performance: el capitán indica la canción seguido por el resto de los performers y todos juntos cantan la misma melodía y repiten un movimiento similar.
- Un pulso continuo y marcado en su acentuación, en un ritmo binario que enfatiza la relación con los pasos que alternan los pies derecho e izquierdo, y que es reforzado por una postura corporal que mantiene el centro de gravedad bajo. Los lideres comienzan el canto y luego se une el coro al unisonó en una fusión tonal templada.
- Una fuerte articulación entre la música, discurso y movimientos corporales: la unión entre la música y la expresión verbal es estrictamente silábica; las liricas, cuando existen, son extremadamente breves, siempre ligadas a los mismos motivos ritmo-melódicos y a sus pasos de danza correspondientes.
- Una relación fija entre altura e intensidad: a mayor altura, mayor intensidad; cuando la altura decrece, sucede lo mismo con la intensidad y así es como finaliza cada frase y cada canto-danza
- Fuerte alternancia entre dos estructuras ritmo-melódicas: la primera caracterizada por células estáticas que utilizan unísonos especialmente para comienzos y finales, y la segunda más dinámica, caracterizada por un diseño ondulante en el que predominan intervalos de terceras.
Después pasa a analizar casos
específicos, ejemplos en los mocovies y los tobas. En más de una
oportunidad, el texto aclara que las mismas investigadoras son parte
de esta performance, ya que muchos de los grupos empezaron a
interesarse en su propia historia por medio de las preguntas
incasables de las investigadoras a cerca de estas danzas.
Por lo que a estos
cantos-danzas guaycurú los organiza el siguiente principio
estructural la profunda articulación entre el carácter circular y
repetitivo de la coreografía y la reiteración a través de mínimas
variaciones en el discurso musical. Las autoras consideran que este
principio refuerza la identidad de una forma que vuelve sobre sí
misma, en tanto uso continuo de las mismas células rítmico-melódicas
y de movimiento corporal parece evocar la forma circular que,
justamente, se materializa en el diseño espacial de la coreografía.
Hacia una síntesis: las
danzas circulares como signo de identidad aborigen
Estos tipos de danzas promueven
los sentimientos de fraternidad y cercanía entre los performers.
Estas formas estéticas podrían resultar una buena vía para lo que
Turner llama “communitas espontanea”. En efecto, los bailes
paisanos son frecuentemente recordados con cierto anhelo e
idealización por los ancianos mocovies, como una experiencia
comunitaria, compartida, en la que todos podían participar por
igual, suele decirse también que nadie era despreciado, no había
problemas, todo estaba bien, y parecía que la gente no tenia
preocupaciones. Estas danzas se transformaron en un signo que, de
manera icónica, remite a la comunidad mocoví, con una historia
compartida.
En el contexto actual, los
bailes paisanos parecen indicar una unificada e idealizada comunidad
mocoví, con la intención de legitimar y empoderar la identidad
étnica de los performers. En el caso de la rueda, en la que los
diferentes significados han convertido a esta expresión en un
dinámico campo de tensiones y disputas, a través del cual los
performers y la audiencia tratan de reforzar o transformar sus
relaciones de género y edad.
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