SOCIO 1 - ALBERT Territorialidad, etnopolítica y desarrollo: a propósito del movimiento indígena en la Amazonía brasileña
El confinamiento territorial y la
incertidumbre identitaria precipitan a estos grupos hacia una
dinámica de “resistencia adaptativa” convirtiéndose en
una dimensión crucial de su reproducción cultural y social.
El propósito de este texto es
analizar la dialéctica de recomposición identitaria y territorial a
través del ejemplo del movimiento indígena que se ha formado en la
amazonía brasileña tras las huellas de las múltiples
intervenciones de desarrollo y de “contra-desarrollo” que ha
conocido la región de los años 70’ a los 90’.
Desarrollo amazónico y “tierras
indígenas”: la saga del “estatuto del indio”
A partir de la restructuración que
se empieza a dar en el 64’ comienza una intensa competencia pos el
control del espacio y los recursos que en la actualidad se enfrentara
a múltiples actores económicos: el Estado, empresas, bancos,
especuladores, agricultores, compañías mineras, buscadores de oro,
etc.
Los territorios que se encuentran al
norte amazónico se encuentran en una especial situación, situados
en regiones “sensibles” hablando en el plano económico y
geopolítico. Aquí se encuentran por ejemplo los Yanomami, lo que se
han vistos sometidos hace dos decenios a las presiones conjuntas del
lobby minero, de buscadores de oro y de los militares.
A partir del 73’ con el estatuto
del indio, se le confiere a las sociedades autóctonas del país
una identidad genérica, la de “comunidades indígenas”.
Los indios son considerados como menores bajo la tutela del Estado,
que les debe asistencia por mediación de la FUNAI, hasta que se
realice su incorporación a la comunidad nacional. Este estatuto
también les impone un nuevo régimen de territorialidad, en donde
tendrán la ocupación y el usufructo exclusivo de espacios
colectivos específicos, bajo la forma de tierras (o áreas)
reservadas, de los que el Estado conserva la propiedad, define los
límites y debe garantizar su integridad.
Es en este marco que se articulará
la “cuestión indígena”, los movimientos pro indio, e
indigenistas, también aparecerán las ONG.
En uno de los artículos de estatuto
antes mencionado se preveía concluir el registro legal de tierras en
cinco años, para el 81’ este trabajo no estaba hecho. Los
conflictos por la propiedad de la tierra se multiplicaban, y aparece
en escena un movimiento indígena apoyado por la iglesia progresista.
Este movimiento adquirió poder también como fuente de oposición a
la dictadura militar.
Es así como el Estado brasileño
manipularía la cláusulas del Estatuto, a partir de lo cual, el
movimiento indígena constituiría su legitimidad. En el 78’ se
elaboran artículos que harían a la emancipación individual y
colectiva (“bajo demanda de los interesados”), eliminando sus
derechos territoriales, no hizo mas que darle fuerza al movimiento
dándole una dimensión nacional.
25 años después de la promulgación
del Estatuto casi la mitad de las tierras no disponen de protección
legal o es prácticamente nula, la mayoría no están legalizadas o
son objeto de invasiones y explotaciones económicas no indígenas.
Paralelamente a este proceso, se han
duplicado las organizaciones pro indio, que se apoyan a su vez una
amplia red internacional de ONGs especializadas en el derecho de las
minorías.
Contra-etnicidad y etnopolítica:
Del indigenismo oficial al
indigenismo no-gubernamental
Las estrategias identitaria y
territoriales amerindias se inscriben en esta coyuntura política
global. La “cuestión indígena” se constituye a partir de una
apropiación indígena de los sistemas legales los valores simbólicos
de los protagonistas que dominan el espacio.
En estos códigos de legitimación
están las bases de la negociación ideal y política a partir de la
cual se ha debido redefinir la alteridad y la territorialidad
indígena.
Indigenismo oficial e indignidad
genérica
Los grupos indígenas encaminan sus
reivindicaciones culturales y territoriales hacia las categorías de
comunicad o tierra indígena, según las disposiciones heredadas del
Estatuto del 73’. Se apropiaron de la asignación identitaria y
territorial, volviéndola contra su propio autor, el Estado. El
discurso indígena de afirmación étnica se alimenta precisamente de
los disfuncionamientos y de la duplicidad del indigenismo oficial.
El régimen identitario y territorial
se habría impuesto a dos grandes tipos:
- Grupos que no habían conocido mas que contactos esporádicos o limitados con la frontera regional en los 70’.
- Grupos sometidos desde finales del s. XIX a la expropiación de comerciantes de grupos forestales. A partir de 1910 bajo la tutela del SPI, de misiones católicas y evangélicas.
Todas estas sociedades se han visto
sometidas al estatuto del indio. La diferencia se situación de estos
dos conjuntos ha tenido que ver con el grado de pericia intercultural
que han podido movilizar sus miembros para desviar las disposiciones
del Estatuto, a su propio servicio. El FUNAI interviene en las zonas
Amazónicas b, sirviendo de marco a los movimientos indígenas de
reivindicación territorios cada vez mas organizado. Mientras que los
derechos territoriales de grupo a, han sido defendidos por
intermediarios militantes (antropólogos, misioneros, indigenistas).
Después de las campañas de ONGs indigenistas lanzadas a fines de
los 70’ de las tierras Kayapó, Waiapi, Yanomami surgieron a fines
de los 80 líderes simbólicos indígenas. Reconocer la parte que
tiene la política pública de desarrollo nacional en la emergencia
del movimiento indígena, no significa que su dinámica social y
política se limite a la simple reutilización de los símbolos
asignados por el indigenismo oficial, la etnicidad reivindicada no es
reductible a la impuesta. (Creo que esto refiere sobre todo al poder
de autodeterminación buscado por los indígenas en cuanto al
reconocimiento territorial, digamos que tiene capacidad de acción,
resignifica las políticas estatales reinvirtiéndolos para su propio
beneficio).
Indigenismo no-gubernamental e
hibridaciones etnopolítica
El giro desde la imposición estatal
hasta la apropiación indígena de las categorías oficiales, esta
ligado a la intervención de un “tercer sector”, el no
gubernamental. Las alianzas contraídas con intermediarios militantes
por parte de los líderes amazónicos, han ayudado a adquirir
instrumentos discursivos y apoyo social para el desvío político y
simbólico del indigenismo oficial.
Albert reconoce fases de articulación
con las ONG, la primera es contemporánea al aumento den potencia de
la intervención del Estado en Amazonía. Bajo la iniciativa de
sectores progresistas de la iglesia católica, se crearon las dos
primeras organizaciones indigenistas no gubernamentales (OPAN y
CIMI). Se comienza a generar una proliferación de debates y
reuniones sobre la cuestión de las tierras indígenas y la
concientización de los indígenas en relación a las disposiciones
del Estatuto del 73’, concebidas como un arma para su defensa y
para la reivindicación de sus derechos. El fin de esto era que los
indígenas pudieran sin tutela, luchar por los derechos e intereses
reales de sus pueblos y que esto conllevara a la creación de una
confederación indígena. Este contra indigenismo, genero la
emergencia de una “causa indígena” a nivel nacional, en
el periodo mas duro de la dictadura militar. Este periodo duró hasta
finales de los años 60’, debido a un movimiento nacional de
protestas elaborado por el gobierno militar. El gobierno, debido a la
presión ejercida por los movimientos, aplazó la emancipación a
diciembre del 78’. En ese momento se estructuran una treintena de
organizaciones pro-indígenas.
En 1988 la nueva constitución
modificó considerablemente las reglas del juego político
interétnico, reconociendo las comunidades y las organizaciones
indígenas como partes legítimas para defenderse, bajo la
supervisión del ministerio público pero fuera de la tutela del
FUNAI.
Las primeras organizaciones creadas en
los años 80’ se constituyeron para hacer valer, frente al
Estado tutor abusivo, las reivindicaciones territoriales, sanitarias,
educativas y económicas de los grupos de los cuales emanaron. En
los 90’ se formaron para captar y gestionar el financiamiento
externo buscando compensar los servicios del indigenismo oficial hoy
reducido a su más minima expresión. Estas se convertirían en
organizaciones de servicios de etnodesarrollo más que en
organizaciones de reivindicaciones políticas.
En todo este movimiento es importante
el impulso político que da el apoyo de los líderes indigenistas,
movilizando recursos simbólicos para alcanzar el estatuto de
emblemas etnopolíticos en el imaginario indigenista. Albert dirá
que hay tres grandes discursos de legitimación:
- Identitaria. Primeramente constituido a partir del contacto interétnico y la etnicidad que dominaron la antropología brasileña en los años 60, que generó una difusión social. Luego la enseñanza en “cursos de indigenismo” que impartieron los futuros jefes de puesto del FUNAI.
- Político-ética. En la misma época que A, se da el discurso de denuncia de los latifundios, la exclusión social y las ilegalidades del estado.
- Ecológica. A partir de los años 80’, con la mediatización mundial de las cuestiones del medio ambiente global, apareciendo una nueva cosmología eco gestora, de la cual la Amazonía representaría el estado naturaleza original.
A partir de esto ultimo se da una
suerte de reinvención ecologizada, manifiesta en todos las demandas
territoriales e identitaria amazónicas, se da una manipulación (por
parte del indigenismo y los indígenas) de estos estereotipos “new
age” sobre la naturaleza y la madre tierra.
La dimensión internacional será
consagrada con la “cumbre de la tierra” en 1992. Para este
momento ya se entrelazan ONG indígenas, redes políticas,
financieras, en donde se enreda lo no gubernamental, el sector
publico, la cooperación bilateral y la ayuda multilateral.
Etnicidad y ecologismo
Cosmologías globales y ecopolítica
global
Utilizan un caso de los Kayapó para
explicar el juego dialéctico entre etnicidad genérica y tradición
específica.
Se organiza una reunión en Altamira
en 1989, en el estado de Pará por los Kayapó contra un proyecto de
construcción de un dique en el Río Xingú. Esto amenazaba con
inundar varias zonas, pero debía hacerse por haber sido financiado
por el Banco Mundial.
Durante cinco días las protestas y
reivindicaciones fueron formuladas en portugués y televisadas, en
los términos de un discurso culturalista y ecologista. Pero al mismo
tiempo estos líderes no dejaron de trabajar, en su lengua, para la
realización del rito colectivo del “maíz nuevo”. Para los
indígenas esta fue una forma de manifiesto socio-ecológico en
acción, cuyas premisas simbólicas tomaron el sentido contrario de
la percepción que tenían del proyecto hidroeléctrico (extractor de
la naturaleza y destructor social).
Este neo ritual, la actividad política
(el hecho de la trasmisión en portugués), y simbólica permitió
expresar su oposición al proyecto y lograr el impacto mundial, que
llevó a que el préstamo del Banco Mundial fuera suspendido.
Eco-etnicidad y ciudadanía
Los discursos identitarios parten de
la dialéctica compleja entre la reinterpretación cosmología de los
efectos del desarrollo y la auto objetivación cultural, a través
del prisma de categorías indigenistas (lejos de disociar etnicidad
de tradición). Se esfuerzan por conciliar su viejo modelo productivo
con una intensificación accediendo al mercado y de asociar su
búsqueda de ganancias comerciales a un proyecto de reproducción de
la cultura tradicionalista.
En el caso Kayapó se mantuvieron las
actividades de subsistencia tradicionales, con una concepción de
interdependencia entre sociedad y medio natural, que contraponen al
comportamiento depredador blanco. Esto no impidió que los primero
Kayapó escolarizados por los años 70’ comenzaran a negociar
ilegalmente, tanto el lavado de oro como la explotación forestal. Al
conseguir autonomía de la FUNAI los contratos facilitaron el camino
a una corrupción personal a gran escala. Esto provocó degradaciones
importantísimas a nivel ecológico. Pero a pesar de sus abusos
financieros, estos líderes jugaron un importante papel como
mediadores entre la emancipación política y la reconquista
territorial que conoció el grupo.
Los fondos ilícitos contribuyeron a
que se pudiera llevar a cabo la preafirmación cultural y a la toma
de control de las infraestructuras de la FUNAI en su territorio.
Hacia fines de los 80’ los Kayapó obtuvieron la legalización de
una reserva territorial de 100.000 km2 y varios de sus jefes habían
sido elegidos en los concejos municipales de las localidades
cercanas, lo que tuvo un impacto decisivo en la formulación de los
derecho indígenas de la constitución de 1988.
Las desigualdades económicas no se
hicieron esperar, lo que llevo a que a fines de 1994, se alzara una
rebelión contra los lideres corruptos de los 80’. Esta rebelión
provocó la cancelación de las concesiones mineras y forestales
ilegales. Se comenzaron a plantear nuevas opciones economías
políticamente correctas y socio-ecológicamente sostenibles,
haciendo que se dotaran de asociaciones legalizadas.
Esto permite observar la capacidad de
adaptación económica de los diversos grupos y facciones Kayapó,
para garantizar su reproducción social y su autonomía política en
un nuevo contexto comercial, jugando con todas las estrategias
disponibles.
Desde los 90’ la FUNAI no asegura
ningún tipo de asistencia a los Kayapó.
Los derechos territoriales de los
indígenas se volverán mas vulnerables a los intereses económicos y
al clientelismo local como las autoridades publicas evitaran sus
responsabilidades legales, sometiendo a su ejercicio la
disponibilidad de fondos internacionales (públicos no
gubernamentales), y a la movilización de ONG. En definitiva si bien
el impulso actual de etnodesarrollo de Amazonía puede parecer
prometedor, también puede ser preocupante el efecto perverso si
contribuyera a una clasificación de la ciudadanía indígena según
su aptitud político-simbólica para captar los recursos
complejos trasnacionales del “desarrollo local”, los cuales se
convertirían en “renta identitaria”.
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