- Emilio Tenti Fanfani: La enseñanza media hoy: masificación con exclusión social y cultural
Sentido
y valor de la enseñanza media en el mundo de hoy
Significado
del proyecto fundacional de los sistemas educativos occidentales: en
un principio se trataba de una antesala de los estudios
universitarios y como tal, estaba reservada sólo a los hijos de las
clases dominantes y a algunos pobres meritorios.
Significado
de la enseñanza media hoy: se trata de la última etapa de la
escolaridad obligatoria. Es algo así como el nuevo piso de la
escolaridad obligatoria que en todas partes tiende a prolongarse
hasta los 17 o 18 años de vida. Es una enseñanza “final” para
la mayoría de la población y un momento de un proceso de formación
de una minoría, que tiende a prolongarse a lo largo de toda su
trayectoria vital (educación permanente).
Esta
nueva racionalidad cambia el sentido y afecta a los viejos “modos
de hacer las cosas” en las instituciones. Hoy, la permanencia de
los adolescentes en la escuela ya no es algo aleatorio o
discrecional. Ni los alumnos ni los padres, ni los agentes escolares
están en condiciones de determinar la inclusión o la exclusión
escolar. Todos los adolescentes deben estar en la escuela. Éste es
un mandato de la ley y, al mismo tiempo, un mandato social.
La
escolarización masiva de los adolescentes y los jóvenes: nuevos
desafíos
Propongo
discutir estos nuevos desafíos de la escolarización generalizada de
las nuevas generaciones alrededor de algunos ejes problemáticos:
- La construcción social de la adolescencia:
La adolescencia, al igual que la juventud, son construcciones que se
basan en condiciones sociales e históricas de emergencia. Sabemos
que existen niños y adolescentes, adolescentes y jóvenes, pero esas
fronteras que marcan los límites no tienen una señalización
material u objetiva. Los límites sociales son siempre “arbitrarios
y conjeturales” y muchas veces, imprecisos. Pero en ciertos casos
es necesario reducir esa imprecisión fijando límites estrictos,
homogéneos y fáciles de identificar. Éste es el tipo de límite
que se expresa en la ley y los dispositivos normativos. La propia
experiencia escolar contribuyó a la creación de la juventud como
una construcción social, es decir, como un tiempo de la vida
colocado entre la infancia y la condición de adulto, un tiempo de
preparación y de espera.
Aquí nos interesa saber cuáles son las características distintivas
de los adolescentes y jóvenes respecto de los niños en cuanto
objeto de clasificación escolar. La vieja escuela primaria fue
pensada y diseñada para los niños y la escuela media, pese a sus
esfuerzos de adaptación, tiende a reproducir los mecanismos y
estilos propios de la educación infantil. Éste es un factor que no
poas veces contribuye a explicar el malestar y el fracaso escolar en
la enseñanza media. Un estudiante del colegio secundario es
diferente de un alumno de la escuela primaria. Particularidades:
- Diversidad de las esferas de justicia. Mientras el mundo de la infancia y la escuela está organizado alrededor de una gran “unidad normativa” que rige tanto en el ámbito escolar, como en la familia, el mundo del “colegial” está regido por la percepción de que existen diversos ámbitos de justicia. Una regla se aplica en el recreo, otra entre los amigos, otra en el colegio, otra en el ámbito familiar. Mientras que el niño mimado en la familia espera el mismo trato en la escuela, el adolescente percibe que existen distintos espacios de juego con distintas reglas.
- Principio de reciprocidad. Mientras que en la escuela el niño tiende a representarse a la autoridad y al maestro como algo natural e indiscutido, el adolescente percibe que las instituciones constituyen mundos complejos donde existe una diversidad de actores con intereses y capacidades diferentes. El principio de reciprocidad quiere decir que la relación profesor alumno no es unidireccional.
- La emergencia de estrategias escolares. El niño en la escuela percibe que sólo basta ser aplicado y obedecer las reglas y a sus superiores para tener éxito en la escuela. En cambio, en el colegio los adolescentes perciben que “ser estudiante” es algo más complejo que seguir ciertos automatismos. Por el contrario, el adolescente percibe que para tener éxito es preciso desplegar una estrategia, es decir que se requiere hacer uso del cálculo, definir objetivos, elegir medios adecuados para éstos, desplegar la acción en el eje del tiempo, saber esperar, etc.
- Desarrollo de una subjetividad no escolar. Mientras los niños en las escuelas viven una “continuidad relativa” entre su estatuto de niño y de alumno, los adolescentes en el colegio viven la experiencia de una tensión entre el estudiante y el adolescente.
Hubo un tiempo en el que el mundo de la vida cotidiana se mantenía
“afuera” y “alejado” de la cultura escolar. La escuela tenía
una misión civilizadora. Hoy resulta imposible separar el mundo de
la vida del mundo de la escuela. La escuela ha perdido el monopolio
de la inculcación de significaciones. Sin embargo, en demasiadas
ocasiones las instituciones escolares tienden al solipsismo y a negar
la existencia de otros lenguajes y saberes y otros modos de
apropiación distintos de aquellos consagrados en los programas y las
disposiciones escolares.
Mientras que el programa escolar tiene todavía las huellas del
momento fundacional, las nuevas generaciones son portadoras de
culturas diversas. La experiencia escolar se convierte a menudo en
una frontera donde se encuentran y enfrentan diversos universos
culturales. Esta oposición estructural es fuente de conflicto y
desorden.
El campo donde se juega la construcción de la subjetividad está
dominado por tres actores básicos: la familia, los medios de
producción y difusión de sentido y las instituciones escolares.
Pero la familia ha perdido fuerza y capacidad de estructurar las
personalidades de las nuevas generaciones. No existe un currículum
social único y coherente y la escuela no tiene más remedio que
prestar atención al hecho de que no posee una posición monopólica
en este campo tan complejo.
- El déficit de interés y motivación
Los alumnos deben darle un sentido a la experiencia escolar. En las
condiciones del desarrollo actual éste no es automático. Hoy, para
qué ir a la escuela es una pregunta pertinente. ¿cuáles son las
respuestas posibles?
- La obligación como sentido. Se va al secundario por una obligatoriedad social más que jurídica. En este caso el “ir al colegio” no es objeto de deliberación y elección, sino una experiencia ligada a una condición de edad.
- La razón instrumental. Lógica de la postergación de beneficios presentes con el fin de beneficios mayores en el futuro.
- El amor al conocimiento. Este emergente tiene que ver con la pasión, con la entrega incondicional al saber.
- La crisis de la autoridad pedagógica
Este factor se origina en los cambios en los equilibrios de poder
entre los niños y jóvenes y los adultos. En la actualidad, aunque
las relaciones intergeneracionales siguen siendo asimétricas y a
favor de los “más grandes2, esta asimetría se ha modificado
profundamente en beneficio de las nuevas generaciones. Hoy, los niños
y adolescentes son considerados sujetos de derecho. Las instituciones
educativas tienen que tomar nota de esta realidad y transformar sus
dispositivos.
Otro tema es que no hay comunicación y comprensión sin autoridad,
entendida como reconocimiento y aceptación. Si el que habla o
escribe no es creído, no se le da ningún crédito. Ahora, la
autoridad es un fenómeno relacional. No existe como una propiedad de
un individuo. La autoridad es una construcción permanente, que varía
según los contextos y las épocas.
La credibilidad tiene dos fuentes. Una es personal y depende de
características particular propias del individuo, que se “activan”
cuando son percibidas por otros sujetos determinados. (sucede que
el señor no da la otra fuente).
En un principio, los maestros tenían autoridad por una especie de
“efecto de institución”. Pero siempre se manifestaron
diferencias entre maestros. A la autoridad como efecto de institución
hay que sumarle, entonces, a la autoridad construida por el propio
maestro. Es aquí donde las cualidades personales adquieren todo su
valor.
En el tiempo en el que vivimos, tiende a ser cada vez más importante
la proporción de autoridad que cada maestro y cada profesor es capaz
de construir por sus propios medios. Por una serie de razones, las
instituciones educativas ya no están en condiciones de garantizarle
al maestro-funcionario ese mínimo de credibilidad que en otros
tiempos le proporcionaba. Los factores que incidieron en este cambio
son:
- La seducción necesaria. El maestro de la escuela pública está cada vez más solo y librado a sí mismo. Lo mismo que el sistema escolar, que va pareciéndose en forma creciente a una galaxia de instituciones cada vez más autónomas. Desde el centro sólo se adjudica personal y se pagan sueldos. (¿la relación con la “seducción”?
- Instituciones débiles. La escuela pública ya no tiene la fuerza que supo tener. En primer lugar, porque ya no está en condiciones de cumplir con las nuevas expectativas sociales. (no hay segundo lugar, se va por las ramas).
- Condiciones sociales de la demanda de conocimiento
En la sociedad argentina actual, pese a las carencias y
desigualdades de conocimiento y de aprendizaje, nadie demanda
matemáticas o lenguaje, etc. Nuestra sociedad ha sido mucho más
eficiente para extender la escolarización que para desarrollar
conocimientos socialmente valiosos en todas las personas. Existe una
demanda cierta de escolarización, pero no hay un movimiento social
para poner determinados conocimientos al alcance de todos. En este
sentido, no existe una demanda de conocimiento. En realidad, estamos
en presencia de una paradoja, los que más capital cultural tienen
son los que más demandan y exigen. En el extremo, los más
desposeídos de cultura son quienes están en peores condiciones de
demandarla. Y esto también refuerza el círculo vicioso de las
desigualdades.
Creer que se puede romper este círculo sólo con una política
educativa “centrada en la demanda” es una ilusión. Sólo una
voluntad colectiva para construir una sociedad más justa puede
mantener políticas sostenidas de igualdad. En este sentido, la
escuela pública es uno de los últimos resabios del Estado
benefactor. Su presencia masiva en el territorio la convierte en uan
poderosa herramienta de política pública y, como tal, en un bastión
de los valores colectivos que es preciso no sólo defender, sino
incluso fortalecer y expandir. Más que subordinar la oferta a una
demanda inexistente o defectuosa es preciso partir de la política.
Es necesario redefinir el sentido mismo de la obligatoriedad escolar
que usaron nuestros padres fundadores. Lo que debiera ser
“socialmente obligatorio” es el conocimiento y no la
escolarización.
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