Parte 1 - Tema 4
TEMA
IV: El proceso agro-pastoril temprano en el Área Andina
El
Precerámico Tardío y el Período Inicial – Fung Pineda
Introducción
Este
capítulo examina los desarrollos en organización social y su base
económica, como se reflejan en la arquitectura y sus patrones. La
subdivisión usual del período 3500-800 AC en las etapas Precerámico
Tardío y Período Inicial, basada en la aparición de cerámica,
ofrece una explicación manifiestamente equivocada de la interacción
de procesos socioculturales paralelos en el complicado curso de su
desarrollo. Cada instancia de acomodamiento dentro de un área, y su
relación con agricultura, ganadería y adquisición de cerámica,
siguió un curso histórico particular. Así, hubo pueblos que no
adoptaron la cerámica incluso aunque estaban en contacto con potros
en los Andes septentrionales quienes ya eran alfareros consumados.
Más aún, mientras que las economías de subsistencia de las
comunidades en las tierras costeras permanecieron básicamente
dependientes de la industria extractiva, explotando el rico potencial
de los recursos marinos, los pueblos de los valles intermontanos
estaban practicando agricultura, ganadería y pastoreo. Entre los
últimos, un primer grupo estaba respondiendo a la posibilidad de
cultivar sin irrigación, los otros a la domesticación temprana de
los camélidos nativos, junto con la persistencia de técnicas de
caza especializada en el altiplano. El asentamiento en los bosques
andinos orientales siguió aun otro curso, surgiendo de la constante
necesidad de cambiar las aldeas por razones ecológicas o históricas.
Las rutas naturales que seguían la red de vías fluviales en la
Cuenca del Amazonas facilitó la migración. Las planicies aluviales
de estos ríos eran favorables para el asentamiento y la agricultura,
la que podía suplementarse con caza-pesca-recolección.
Una vez
adoptada, la cerámica ha sido representada como un vehículo
novedoso para la rápida comunicación entre comunidades extendidas.
De
aldeas igualitarias a socialmente diferenciadas
La
organización de la vida sedentaria en aldeas apareció precozmente
en las tierras costeras hace unos 8000 años, utilizando los “prados
de niebla” estacionales (lomas) que ocurren en medio del
paisaje árido. Estos sitios tempranos no fueron ocupados
permanentemente. La gente dependía principalmente de la recolección
y el alimento del mar.
Con una
base en la diferenciación interna visible en los tamaños relativos
de los edificios, sus formas y los materiales usados en su
construcción, comenzó en el litoral peruano el fenómeno de la
complejidad creciente de asentamientos. El crecimiento poblacional y
sus presiones resultantes se manifiestan en el mayor número, escala
e interconexión de sitios; y éstos ahora contienen una variedad de
unidades constructivas. Las varias etapas en este proceso de
urbanización aún no se entienden claramente; pero las innovaciones
que introdujo se hicieron evidentes en las concentraciones vinculadas
de estructuras ambiciosas, que comprenden edificios grandes y
especializados tales como plataformas, pirámides o recintos
elevados, diseñados para otros propósitos que los domésticos.
En este
proceso de urbanización el Altiplano Septentrional, el Altiplano
Central de la Cuenca del Mantaro hacia el sur, y el Altiplano y Costa
Meridionales sólo muestran desarrollos marginales. La construcción
pública apareció mucho más temprano en la Costa Norte, aunque no
hasta el final del Período Precerámico Tardío. Las aldeas en esta
área se incrementaron.
Es un
tema de conjetura qué actividades tuvieron lugar en estructuras como
los conjuntos de montículos. Se encontraron muy pocos objetos de la
vida diaria en ellos; pero cerca de ahí hay depósitos de deshecho
que son principalmente vegetales. Esta asociación, tomada con la
evidencia de huecos encontrados esparcidos en el interior que podrían
haber servido como almacenes, brinda apoyo a la creencia en algunas
funciones domésticas. Cada unidad pudo haber sido la morada de una
familia de importancia. La ausencia de distinciones en la asignación
de espacio y en la forma arquitectónica de los edificios
principales, rasgos que de algún recuerdan la tradición Mito,
parecen reflejar un orden social libre de condiciones que puedan
aumentar las diferencias jerárquicas, o la lucha por el poder que
engendrarían. Pero ninguna de esas características inspiraría la
expansión territorial, en cuanto esto involucraría confrontar otros
sistemas sociales, como aquel de los constructores de pirámides,
apoyados e impulsados en su avance por una impresionante
superestructura religiosa. En consecuencia, a pesar de su potencial
demográfico, sitios como El Paraíso se extinguieron como entidades
sociales en el Valle de Chillón tan abruptamente como habían
surgido.
Asentamientos
de la tradición Mito
A pesar
de la variación en esquema y técnicas constructivas entre
estructuras sucesivas, e incluso contemporáneas, de este tipo, todas
se relacionan por una forma básica constante. A las cámaras o
recintos se les proporciona entradas separadas, que muestran que cada
una funcionaba independientemente. Esto las distingue de los
complejos de edificios de las tierras costeras, donde las
habitaciones estaban interconectadas y eran accesibles sólo a través
de una sola entrada desde afuera. En el patrón costero prevaleció
la interdependencia de funciones, ya que toda la intercomunicación
interior llevaba finalmente a una cámara o patio, donde tenían
lugar actividades especiales. Su importancia está marcada por la
ubicación estratégica, el detalle arquitectónico o decorativo, o
la presencia de hallazgos inusuales. Otra distinción de la tradición
Mito es que sus recintos no se construían expresamente para ser
rellenados, como parte de un proceso de construcción de una serie
creciente de plataformas. Está claro que toda la estructura ganó
altura como un resultado de la superposición de recintos; pero éstos
eran cubiertos sólo después de un período de uso, probablemente
corto, que posiblemente correspondía al ciclo estacional.
Izumi y
Terada han designado a esta práctica de construir nuevos recintos
encima de otros en desuso como “entierro de templo”.
Entre las
actividades económicas, la caza habría jugado un importante rol.
Así parecería probable que la caza atraería a la gente a las
montañas, mientras que su agricultura era practicada principalmente
en los valles. La construcción y el uso de los sitios, con el
subsiguiente recubrimiento de los recintos, tuvo lugar sólo en
estaciones reconocidas, cuando diferentes grupos tribales vinieron
juntos.
Asentamientos
costeros con estructuras piramidales
Desde
alrededor de 3000 a 2500 AC una serie de impresionantes edificios de
piedra se estaban construyendo en el área de las tierras costeras
centrales.
Bandurria
y Río Seco
En
Bandurria, al sur de Huacho, se identificaron dos ocupaciones
precerámicas. La última se distingue por su población braquicéfala
y el uso de canastas para entierros infantiles. El rasgo más notable
en Bandurria es un montículo-pirámide.
Río Seco
es un buen ejemplo de las ladeas más tempranas que contienen
evidencia de diferenciación social. Hay distribuciones tanto en las
casas y en el tamaño de las estructuras piramidales. Esto podría
reflejar jerarquía de roles. Las zonas de ocupación se integran con
las pirámides.
El
Aspero
Diferente
asignación de espacio implica planeamiento de sitio; y esto bien
puede significar que El Aspero es un ejemplo de urbanización
temprana de considerable complejidad formal. Hay montículos-pirámide
integrados con líneas de grandes terrazas, varios agrupamientos
residenciales y dos tipos de estructuras subterráneas que podrían
haber servido como almacenes. La sociedad y su organización en la
escala implicada habrían requerido depósitos de almacenamiento, más
grandes o más chicos de acuerdo con la necesidad, para la
distribución de productos alimenticios y suministros durante
períodos cuando la población estaba involucrada en proyectos
públicos.
La
jerarquía social puede discernirse, no sólo en los restos
domésticos sino también en las estructuras piramidales. Moseley
interpreta estas distinciones como funcionales, correspondiendo a la
posición en la jerarquía del templo. Cada oficial habría tenido
acceso a un altar o plataforma, para propósitos de culto. Aceptando
que el tamaño y nivel de complejidad o elaboración mostradas en una
pirámide bien puede indicar el estatus de los dioses asociados,
postulamos que sus respectivos asistentes pudieron haber funcionado
en una jerarquía correspondiente. Cargados con el ministerio de las
necesidades terrestres de sus maestros divinos, se aseguraron a sí
mismos una posición privilegiada, ya que ellos solos estaban
intitulados para disponer de la fuerza de trabajo de la mayoría. La
jerarquía entre esta minoridad engendró la lucha por le poder, la
cual, a través del proceso andino, ha medido el éxito por la
habilidad para comandar suficiente mano de obra para empresas cada
vez más notables, para maximizar la ascendencia y el prestigio. Esta
incesante lucha por el poder habría llevado a un proceso dialéctico,
por el cual ciertos cultos colapsaron a medida que se integraban en,
o eran dominados por, otros. Tal proceso daría cuenta de la
expansión de sistemas de culto selectos, los cuales encuentran
reflejo en la demarcación territorial de formas particulares de
arquitectura “religiosa” – una indicación temprana de las
civilizaciones andinas.
Asentamientos
con pozos circulares
Los pozos
circulares o plazas hundidas se estaban por desarrollar hacia una
elaboración extraordinaria en Chavín de Huántar. Su distribución
cubre un vasto y variado territorio, desde la costa hasta los valles
intermontanos.
Parecería
que los pozos hundidos circulares se desarrollaron como unidades
funcionales independientes en el altiplano, dispersándose desde ahí
hasta que llegaron a la costa. Esta hipótesis daría cuenta de la
variación local más fácilmente que la teoría de la difusión
gradual desde le sur hacia las tierras costeras septentrionales.
El
Período Cerámico Inicial
La
proliferación de grandes complejos de sitios en los valles de las
tierras costeras es característica de todo el Período Cerámico
Inicial. Esto debe implicar cierto dominio de técnicas de
irrigación, ya que sin éstas la agricultura apenas habría sido
posible en tales alrededores áridos. La evidencia muestra un
considerable incremento en la circulación de plantas cultivadas en
comparación con el período anterior. El deshecho de sitio incorpora
una mayor proporción de cultígenos. Enfrentados con la demanda de
mayores cosechas, la tierra en las llanuras del río sin duda se
habría vuelto inadecuada. Adicionalmente, estaba el peligro de
inundación en los valles más bajos. La transferencia de
asentamientos tierra adentro se atribuye a los cambios debidos al
auge en los niveles del mar, aunque incluso si ciertos sitios
precerámicos fueron abandonados, la línea de costa continuó siendo
habitada. Los nuevos sitios en el interior fueron seleccionados por
la accesibilidad de la tierra adecuada para el cultivo, y por las
ubicaciones que garantizaban vías cortas y fáciles para canales y
zanjas de irrigación.
Aunque la
demanda de cereales cultivados se incrementó, no hubo reducción en
la importancia del alimento marino. Por el contrario, los recursos
marítimos siguieron siendo tan importantes que parece haber crecido
un sistema de economías complementarias entre los asentamientos
tierra adentro y los sitios costeros.
La
evidencia de los pocos sitios que han sido excavados en el altiplano
y la costa septentrionales no muestra ningún cambio importante en el
patrón de las aldeas cuando se introdujo la cerámica.
A través
de los Andes, las regiones al sur y noreste del Altiplano Central
exhiben una respuesta activa a las influencias actuales,
alcanzándolas vía sistemas fluviales que a alimentan a la Cuenca
del Amazonas, notablemente el Madre de Dios y el Ucayali, con sus
tributarios el Urubamba y el Apurímac.
Puesto
que la aparición de diferentes estilos cerámicos en puntos
ampliamente separados en las tierras costeras, altiplano y bosques es
prácticamente simultánea, el desarrollo de la cerámica en los
Andes Centrales fue obviamente un proceso más complejo que uno de
difusión gradual, ya sea norte-sur fuera de Colombia y Ecuador, o
hacia el oeste a lo largo de los ríos Marañon y Huallaga. El
conocimiento de los productos cerámicos se diseminó tempranamente,
antes de que se adoptara la práctica de hacerlos. La cerámica de
Ecuador, siendo más elaborada y atractiva, no fue particularmente
favorecida por los habitantes.
Arquitectura
de planos con forma de U
De los
rasgos arqueológicos del Período Cerámico Inicial la disposición
en forma de U para los edificios y centros ceremoniales es
preeminente. Los extensos territorio y período a través de los
cuales prevaleció dieron origen a la variación formal y
estilística.
Comenzando
desde planos de sitio como El Paraíso y El Olivar, en los valles de
Chillón y Casma, pueden distinguirse tres tradiciones entre los
esquemas arquitectónicos que emergieron entre 1800 y 1500 AC
utilizando una disposición en forma de U. La primera, representada
por Sechín Alto y Las Aldas, se encuentra en el Valle de Casma. La
distribución de la segunda yace entre los ríos Huaura y Lurín (La
Florida, Mina Pedida y Garagay). La tercera en el Valle de Moche,
dentro del complejo de Caballo Muerto. Los tres esquemas
arquitectónicos estaban vinculados por una tradición cerámica que
fue desarrollada en la Costa Central. Entre la cerámica del complejo
de Caballo Muerto hay marcadas influencias de otra tradición,
relacionada con estilos en los Andes septentrionales. Esta cerámica
pudo haber llegado vía el amplio sistema fluvial de la cuenca
noroeste del Amazonas, que interconecta una extensa área que
comprende bosque, altiplano y regiones costeras.
Complejos
en forma de U en el Valle de Casma
Las Aldas
y Sechín Alto comparten con El Olivar la pirámide de plano en forma
de U, y con Huaca de Las Llamas la plaza rectangular.
Sechín
Alto
Sechín
Alto, en el Valle Menor del Casma, se describe como el mayor
monumento de su tipo que sobrevive en Perú: un plan global de diseño
simétricamente ordenado, que cubre un sitio alargado de tamaño
considerable.
Sechín
Alto y Las Aldas están estrechamente relacionados por similitudes en
su composición arquitectónica. Si aceptamos que el centro
metropolitano debe haber sido construido primero y que Las Aldas,
dadas sus dimensiones más ligeras, debe haber ocupado una posición
secundaria en la jerarquía del sitio, la construcción de la
pirámide principal en Sechín Alto habría entonces empezado antes
de 1650 AC.
Las
Aldas
Las Aldas
yace en la orilla sur de Casma y ocupa un área de aproximadamente 2
km2. Comprende una pirámide principal con 17 más chicas
a su lado. En la primera plaza hay un gran pozo, o depresión oval
profunda, con uno más chico en el sector occidental, opuesto a una
de las pirámides más chicas.
Complejos
en forma de U en la Costa Norte
En las
tierras costeras septentrionales los complejos de plan en forma de U
aparecen con sus propios rasgos distintivos; el sitio de Caballo
Muerto es representativo de esta tradición. No hay antecedentes
claros localmente.
Huaca
de los Reyes
Huaca de
los Reyes es el mejor preservado de los restos del Grupo II en
Caballo Muerto y se considera la manifestación clásica de la
arquitectura religiosa en el complejo.
Complejos
en forma de U en la Costa Central
Desde
Lurín al sur hacia el norte en Huahua la forma predominante de plan
en U comprende una pirámide principal con proyección de alas
laterales, encerrando una plaza o espacio abierto de considerables
dimensiones. Los complejos yacen en tierra cultivable que pudo ser
fácilmente irrigada, ya sea por inundación o excavando canales.
Todos tienen una abertura en una esquina de la U, para permitir que
se drene el área central.
Hay
variaciones formales en los planes en U que distinguen a los
diferentes valles. La modificación local estaría en conformidad con
los detalles de la jerarquía social, el desarrollo histórico o
cronológico, o la adaptación a las condiciones de un sitio
particular.
Se ha
sugerido que los complejos de plan en U en la Costa Central habrían
evolucionado a partir de estructuras como El Paraíso o Chuquitanta,
seguidos por sitios aun menores tales como La Salina en el Valle de
Rimac, donde hay una pirámide baja con vista a una grande y alargada
plaza hundida. Aquí los asentamientos relacionados yacen cerca, un
remanente de viejas prácticas. El plan de sitio general se habría
dispersado rápidamente al norte, inspirando centros tales como
Salinas en el Valle de Chancay, y Barbacay en el valle de Huarmey.
Resumen
En la
región de los Andes Centrales la domesticación de plantas y
animales no fue un prerrequisito para la adopción de la vida
asentada en aldeas. Tal desarrollo ya había sido fomentado en la
costa por la riqueza y diversidad de recursos disponibles, tanto en
los prados de niebla, o lomas, y a lo largo de las orillas del
mar o alrededor de las bocas y bancos de los ríos. En las montañas,
la caza especializada en las altas llanuras, con temprana
domesticación de los camélidos nativos, y agricultura de secano en
los valles intermontanos, no produjeron mayores cambios en la
estructura social de lo grupos que practicaban la migración regular
entre diferentes niveles ecológicos, desde los valles hasta las
punas.
En el
siguiente Período Cerámico Inicial la cantidad de cultivos creció.
Se construyeron grandes centros más tierra adentro a lo largo de los
ríos costeros y éstos reflejan una variedad de factores:
crecimiento poblacional; maestría en técnicas de irrigación; y el
establecimiento de una estructura de poder que creció en fuerza
junto con la organización religiosa conectada a los templos
pirámides. Subsecuentemente, a lo largo de las costas, no fue la
intensificación de la agricultura lo que trajo una organización
social que puede ser construida como jerárquica o estratificada. Ni
fue la rebosante riqueza de los biomas – aunque la explotación
claramente sistemática de sus recursos habría contribuido al
incremento en densidad poblacional lo que favorece el avance
cultural. Mientras tanto, tierra adentro, una economía mixta de
agricultura y ganadería, en la cual la caza retuvo alguna
importancia, soportaba un incremento en al población, cuya
organización se vuelve evidente en asentamientos de la tradición
Mito. Sin embargo, por contraste con los patrones arquitectónicos en
la costa éstos no exhiben ninguna jerarquía de función, ya sea
entre edificios públicos diferentes o en la forma y distribución de
agrupamientos domésticos.
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