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HSG - LORENZ, Richard - LA UNIÓN SOVIÉTICA (1917-1941)

AUTOR: LORENZ, Richard
TEXTO: “LA UNIÓN SOVIÉTICA (1917-1941)”

  1. De febrero a octubre de 1917
La revolución de Febrero trajo consigo la completa liquidación del viejo orden estatal. Pero a su paso dejo desorganización en diferentes ámbitos, tanto militar como gubernamental que llevó al descontento social. La mejor manera de satisfacer los intereses nacionales consistía en intentar proseguir la guerra junto a los aliados hasta un final victorioso, conservando así la situación de gran potencia para Rusia. Posteriormente se elegiría una Asamblea Constituyente que decidiría sobre el reparto de la tierra. De esta forma los dos problemas más urgentes del país: la cuestión de la paz y la cuestión agraria, seguían pendientes aún después del derrocamiento de la autocracia.
En este período los mencheviques y los social-revolucionarios poseían la autoridad política. El Soviet toleraba la política gubernamental en todos los puntos importantes, pero intentaba acelerar los trabajos preparatorios para la reforma agraria. En marzo de 1917 promulgo un manifiesto, el cual promulgaba su activa oposición a la política anexionista de su país e invitaba al proletariado europeo a dar un paso semejante (aunque en realidad, el soviet no quería la paz por separado con las potencias centrales y era partidario de proseguir la guerra aún mucho más. Esta postura le llevó a perder poco a poco su influencia que y a que se produjeran disturbios. Como el nuevo gabinete, a pesar de estar integrado por un buen número de ministros mencheviques y social-revolucionarios, intentaba continuar la antigua política en sus líneas esenciales e incrementar incluso el esfuerzo bélico, las masas se inclinaban cada vez más hacia los bolcheviques, porque era el único partido dispuesto a firmar inmediatamente la paz y desposeer a los terratenientes.
Los bolcheviques consideraron desde un principio que solamente cuando el capitalismo industrial se hubiese desarrollado completamente sobre una base, podría en su opinión el proletariado, numéricamente favorecido y políticamente maduro, llevar a cabo la revolución socialista. Lenin argumentaba que la guerra en la que Rusia estaba envuelta no había perdido su carácter de guerra imperialista de anexión. El gobierno provisional estaba atado al capital francés e inglés y, por este motivo, no estaba en situación de aportar una paz democrática. Solamente un gobierno de los trabajadores estaba capacitado para resolver los graves problemas sociales y nacionales del país. Por lo cual, rezaba su conclusión, la revolución tenía que ser continuada en cualquier caso. La revolución de febrero hacía creado las condiciones más favorables para el desarrollo de la lucha política, ya que permitía “un alto grado de legalidad”. El Partido Bolchevique tenía que aprovechar esta posibilidad de luchar por la sustitución de la república parlamentaria por el poder los soviets. Lenin esperaba que los soviets que iban a constituirse se radicalizasen cada vez más, hasta que, finalmente, la balanza se inclinase del lado de los bolcheviques. El sistema ruso de los soviets configuraría entonces un poder estatal del tipo del de la Comuna de París.
Los bolcheviques exigían la inmediata terminación de la guerra, el reparto de los bienes de la nobleza entre los campesinos, el derecho de autodeterminación para todas las nacionalidades no rusas. El número de sus seguidores aumentaba incesantemente. En junio de 1917 exigían la dimisión del gobierno provisional y la sunción por parte de los soviets de todo el poder político. Las “jornadas de julio” terminaron con la supresión del Partido Bolchevique a quien se hacía responsable de las manifestaciones. Al pedir ayuda a las tropas para reprimir, se hacía evidente que el Régimen no disponía de base política en el país. La única salida en esas circunstancias era una dictadura militar contrarrevolucionaria o una dictadura que se apoyaba en las masas revolucionarias (era elegir entre Kornilov o Lenin).
En el golpe de Estado de 1917 los bolcheviques demostraron que su fuerza y su ascendiente sobre las masas estaban intactas. Inmediatamente después de que malograse el golpe de Estado, los bolcheviques obtuvieron la mayoría de los soviets de Petrogrado y Moscú. Por otra parte, el gobierno provisional manifestaba una tendencia a la disolución.
Lenin que se encontraba exiliado, alentaba el levantamiento armado para una toma del poder por parte de los bolcheviques donde la insurrección para su éxito debía: apoyarse en la clase más avanzada; en el espíritu del pueblo; y por último, que no haya vacilación. Pero el Comité Central bolchevique en un principio no se identificó con la misiva de Lenin pero después confío en que era la única solución. El levantamiento fue delegado al comité militar revolucionario actuaba simultáneamente como órgano defensivo y subversivo, preparando la toma del poder por parte de los bolcheviques en forma legal dentro del marco de la democracia soviética. La mañana del 26 de octubre el comité militar revolucionario podía proclamar ya el final del gobierno provisional: el poder estatal había pasado a manos del órgano del soviet (trabajadores y soldados de Petrogrado). El segundo congreso panruso de los soviets, dominado por os bolcheviques aprobó tres decretos fundamentales: un decreto sobre la paz que contenía una oferta de paz inmediata “sin anexiones ni indemnizaciones”, el decreto sobre el suelo que desposeía a todos los terratenientes y que ponía la tierra a disposición de los comités locales de campesinos y de los soviets y un decreto sobre la formación de un gobierno provisional de obreros y campesinos y de los soviets, el Consejo de los Comisarios del Pueblo, cuya presidencia asumió Lenin.
b) Los movimientos sociales de masas
El proceso revolucionario que, entre febrero y octubre de 1917, había llevado a la liquidación del antiguo orden económico y político, fue protagonizado principalmente por las masas. Su actividad se manifestó en tres grandes movimientos sociales que formaban el telón de fondo de la toma del poder por los bolcheviques: el amotinamiento del ejército, la rebelión de los campesinos y la radicalización de los obreros. Tres años de guerra infructuosa, la deficiente alimentación y las constantes dificultades del transporte habían provocado la insatisfacción y la amargura de los soldados que se manifestó a través de la desobediencia y las deserciones. Los soldados comenzaron a desarrollar una intensa actividad política: crearon sus propios órganos para poder imponer sus intereses; se atribuyeron crecientes facultades de mando y administración. Basaban su poder en la “Orden n°1”, según ésta, toda orden militar tenía que estar de acuerdo con la política de los soviets y debía ser legitimada por el correspondiente comité de soldados.
Uno de los motivos principales de la sublevación del ejército ruso fue el movimiento de los campesinos que iba dirigido a realizar el reparto de los bienes de la nobleza y a conseguir una nivelación de la propiedad rural. Las expulsiones de los propietarios, junto con sus administradores y capataces, se hicieron cada vez más frecuentes. En mayo de 1917 tenía lugar en Petrogrado el primer congreso panruso de los diputados de los campesinos. Exigían ante todo la abolición de la propiedad privada del suelo, la desposesión sin derecho a indemnizaciones de todos los grandes terratenientes y una utilización equitativa del suelo.
Durante el otoño, a causa de la sementera de invierno hubo que regular las cuestiones de las tierras y las aparcerías, la sublevación campesina alcanzó su punto culminante y la transformación radical de las antiguas relaciones agrarias estaba ya muy avanzada cuando el Partido Bolchevique se hizo con el poder de Petrogrado.
Entretanto, los obreros rusos habían experimentado un proceso de radicalización. La lucha por el poder en las fábricas comenzó inmediatamente después de la revolución de febrero. El personal de las fábricas comenzó por eliminar el antiguo concepto del trabajo de las fábricas e impuso el aumento de salarios y la reducción de la jornada laboral a ocho horas. Sin embargo, las mejoras materiales alcanzadas por los trabajadores en su lucha contra los empresarios quedaron anuladas por el proceso inflacionario que aquejaba al país.
Los trabajadores consideraban que los principales responsables del empeoramiento del nivel de vida eran los empresarios, que, al parecer, estaban realizando pingues beneficios con la especulación y la guerra, por lo que aumentaban incesantemente sus exigencias. Los empresarios intentaban defenderse con limitaciones de la producción y lock-outs. Lo que llevó a que las discusiones entre ambas partes se agriaran considerablemente.
Los comités de empresas se formaron inmediatamente después de la revolución de febrero en todas las zonas industriales y no tardaron en convertirse en los verdaderos señores de las factorías y los talleres. Elegidos directamente por el personal, ejercían una enorme influencia entre los trabajadores. A menudo obligaban a los propietarios a continuar la producción contra su voluntad, impidiendo así despidos masivos; estos, asumían por regla general, las funciones administrativas. El gobierno provisional carecía de recursos para limitar su poder por medios legales. La exigencia de “la fábrica para los trabajadores” se tomó, por así decirlo, al pie de la letra. El mérito de los comités de empresa consistió principalmente en que consiguieron que, en una época de perturbaciones económicas, quedasen protegidos los intereses inmediatos de los trabajadores.

  1. El “comunismo de guerra”
  1. Los comienzos del poder soviético
Después de la Revolución de Octubre el Partido Bolchevique, además de proseguir la democratización en el ejército, la legalización de la revolución agraria, así como la toma de posesión de las empresas por parte de los obreros; fueron concebidos los primeros decretos del poder soviético. La ley agraria de febrero de 1918 reflejaba los deseos de los campesinos tal como los formulaba el programa de los social-revolucionarios. Según este, toda la tierra pasaba a ser usufructo del pueblo trabajador. Cualquiera que lo solicitase, independientemente de su sexo, religión o nacionalidad, tenía ahora derecho a una parcela de tierra. El suelo iba a repartirse equitativamente; la aparcería y el trabajo asalariado quedaron prohibidos.
El sueño de una comunidad rural que abarcarse toda Rusia, es decir, de un reparto equitativo de todo el suelo ruso, no era realizable, ya que esto hubiera supuesto la emigración de más de veinte millones de campesinos. Y los campesinos rusos no querían emigrar, sino que pretendían tener un pedazo de suelo en su región. Como consecuencia de esto resultó que en algunas zonas densamente pobladas de Rusia central solamente había media hectárea por persona, mientras que en otros rincones del país grandes extensiones de suelo fértil quedaban sin cultivar.
En general, la necesidad de tierra quedó insatisfecha. La explicación de esto radica en que los campesinos ya cultivaban antes de la revolución casi la mitad de las grandes fincas rústicas, en su mayor parte como parceros. Además, después de la nueva legislación agraria, el número de personas con derecho a una parcela de tierra era mayor que antes. Así, pues, para la mayoría de los campesinos la revolución agraria no supuso una ganancia de tierras, sino su liberación de los elevados cánones de la aparecería, de las deudas contraídas y de la dependencia semifeudal de los terratenientes, circunstancias que, en el pasado, habían sido la causa de su miseria.
En noviembre de 1917 los obreros no conformados casi nunca con ejercer un simple control, intervenían activamente en la marcha de la empresa, los empresarios y los altos empleados no estaban por su parte dispuestos a someterse a los dictados del personal. La consecuencia de esto fue una ola de expropiaciones espontáneas que se extendió por el país en el invierno de 1917-1918 y que los empresarios colectivos, ocuparan el lugar de los empresarios privados; la competencia capitalista dejó paso a una competencia entre cooperativas de producción. El poder de los comités de empresa, tal y como se había ido desarrollando durante el invierno de 1917-1918, amenazaba con socavar paulatinamente la base económica de la revolución.
Estas circunstancias indujeron a los dirigentes soviéticos a introducir una modificación en su política industrial. Desde entonces comenzaron a exigirles disciplina, orden y organización. A este respecto desarrolló Lenin su teoría de la fase económica de transición basada en un capitalismo de Estado. “Capitalismo de Estado” significaba un capitalismo sometido al control estatal que tenía la misión de alcanzar en el menor plazo posible el desarrollo industrial de Rusia y promover el nivel de desarrollo de las fuerzas técnicas productivas que, según Marx, era un requisito para el socialismo. Para ello había que aprovechar los métodos capitalistas de producción y distribución, delegar las funciones directivas en especialistas burgueses, promulgar una rígida reglamentación del trabajo y someterla a la jurisdicción de tribunales disciplinarios, centralizar las funciones directivas en materia económica y pasar a una dirección individual de todas las empresas. En opinión de Lenin, había cinco formaciones socioeconómicas que constituían el contradictorio sistema económica ruso: la economía rusa patriarcal (economía doméstica cerrada), la producción de mercancías a pequeña escala (venta de cereales por los campesinos), el capitalismo privado (mercado libre), el capitalismo de Estado (empresas nacionalizadas). Lenin argumentaba que no se podía pasar directamente al socialismo a partir de las dos primeras formas económicas precapitalistas. Consideraba que el logro de una economía industrializada y racionalizada, como era la que representaba el capitalismo de Estado, constituía un requisito previo.
Los dirigentes soviéticos se esforzaron por lograr una colaboración con una serie de grupos de capitalistas privados pero todos los intentos fueron suspendidos por descontento de las organizaciones obreras.
En estas circunstancias lo único que el poder central y los soviets locales podían hacer era confiscar las fábricas afectadas y asumir su administración, si no querían que todo el proceso terminase por escapárseles des manos. Así comenzó a formarse en 1928 en la Rusia soviética una organización industrial socialista que estaba basada en el principio de los soviets.
  1. La dictadura de alimentos
Cuando la ciudad no pudo ya ofrecerles productos industriales, los campesinos retuvieron sus propios productos. No existía ya para ellos una obligación de venta desde el momento en que la revolución había alimentado su obligación de pagar los elevados cánones de aparcería. El tráfico de mercancías entre campo y ciudad fue su sucumbiendo progresivamente y la población de las ciudades y de los centros industriales comenzó a padecer un hambre cada vez más severas. En abril de 1918 no se disponía ni siquiera de la mitad del suministro mensual habitual de cereales.
Los dirigentes soviéticos tomaron la decisión de resolver el problema del suministro en mayo de 1918 se estableció en todo el país un dictadura en los alimentos. El comisariado del Pueblo para la Alimentación fue invertido de plenos poderes para obtener por la fuerza los productos de los campesinos. Se intentó como primera medida un intercambio directo y natural entre la ciudad y el campo. Los dirigentes soviéticos invitaban a los trabajadores de las grandes empresas a crear piquetes de suministro de víveres y a confiscar por si mismos los excedentes de trigo los campesinos. La consecuencia lógica de esto era la guerra civil, con todas sus secuelas (Trotski estaba favor).
Los estratos más pobres de los pueblos formaron a menudo grupos cerrados en su lucha contra los más ricos. Para apoyar las aspiraciones de estos grupos los dirigentes soviéticos decretaron en junio de 1918 la creación de comités de campesinos pobres u pusieron en sus manos una serie de poderes administrativos. No se limitaban solamente a confiscar excedentes o a recaudar impuestos, sino que aprovechaban su creciente posición de poder en los pueblos para quitar tierras y también en parte ganado y aperos a los campesinos mejor situados y repartirlos entre los más pobres. Casi la mitad de los campesinos que antes habían sido pobres se convirtieron en campesinos medios que formaban ahora el sector más importante de la agricultura. El proceso de nivelación fase de la revolución agraria, fue progresando de esta forma.
Los comités de campesinos pobres se inclinaban cada vez más a conservar en el pueblo los excedentes confiscados en vez de enviarlos a la hambrienta ciudad. Este fue el motivo de que los comités de campesinos pobres fuesen disueltos a finales de 1918.
La base legal del sistema de requisas estaba formada por la entrega forzosa, establecida en 1919 para el trigo y ampliada posteriormente a casi todos los productos agrícolas. Todo “pud” de trigo que el campesino no emplease en su propio consumo debía ser cedido al Estado a un precio fijo muy reducido. El comercio libre estaba completamente prohibido ya que fomentaba el desarrollo de situaciones capitalistas. De esta forma consiguieron proporcionar un mínimo de alimentos a la población hambrienta durante los años de la guerra civil.
  1. La economía natural proletaria
A finales de mayo de 1918 se sublevó la legión checa, al mismo tiempo entraron en acción las potencias occidentales que desembarcaron tropas en algunas ciudades costeas rusas. A comienzos de septiembre de 1918 se declaró a Rusia “fortaleza sitiada”, y su defensa era prioritaria a todos los demás objetivos.
Todos los intentos de conferir una dirección socialista a la industria rusa estaban llamados al fracaso simplemente porque el país quedó completamente destruido como organismo económico unitario. Las potencias occidentales sometieron a Rusia a un bloqueo económico total con lo que el comercio exterior quedó completamente interrumpido. Al aislamiento del país contribuía en gran medida la inseguridad de la situación económica y política. La economía de los territorios recuperados por el ejército rojo estaba casi siempre completamente destruida.
En noviembre de 1918 se nacionalizó todo el comercio interior. El Comisariado del Pueblo para la Alimentación, curos órganos realizaban ya el acopio de las entregas forzosas de los campesinos recibió el encargo de proveer a la población activa de alimentos y bienes de consumo diario. El reparto era casi siempre gratuito y sometido a rígidas normas.
Cuando se extendió el sistema del abastecimiento gratuito, comenzaron a tener menos importancia las relaciones monetarias y de mercado. Se llegó a una progresiva naturalización de las relaciones económicas.
A lo largo del año 1919, cuando la guerra civil alcanzó su punto culminante, el sistema del comunismo de guerra en el que el Estado intentaba asumir por sí mismo todas las funciones de producción y distribución. Este sistema permitió satisfacer las necesidades más perentorias del ejército rojo y de la población urbana, de forma que la Rusia soviética pudo salir victoriosa de su confrontación con un enemigo superior. Pero no bastó para impedir que continuasen la decadencia económica y el rápido empeoramiento de las condiciones de vida. Como era un invierno muy intenso, todo fue más extremo, se declararon epidemias de cólera y principalmente de tifus. Estas condiciones fueron la causa de una incapacidad laboral parcial de la población. Cuando terminó la guerra civil en 1919-1920 y el poder soviético estuvo firmemente asentado, el país estaba al borde del abismo.
El fin provisional de la guerra civil, el levantamiento del bloqueo económico crearon una situación en la que el poder soviético tenía que intentar encontrar el camino óptimo que había llevado hasta el momento iba a ser continuada o si deseaba restablecer las formas de organización que habían surgido en los meses que siguieron a la Revolución de Octubre. Los dirigentes soviéticos decidieron reconstruir la economía con ayuda del sistema del comunismo de guerra, que debía ser desarrollado, y pasar directamente y sin etapas intermedias al orden económico y social comunista. Toda la población activa del país debería convertirse en un gigantesco ejército laboral en que cada cual tendría un deber que cumplir y seria castigado como desertor en el caso de que intentase sustraerse al cumplimiento de sus obligaciones. La organización así conseguida y la metódica utilización de la mano de obra constituyó la base fundamental de la reconstrucción económica. En esto veía Lenin la garantía de que la Rusia soviética evolucionaba en dirección al comunismo.
De acuerdo con las ideas de los dirigentes soviéticos, la economía rusa debería reconstruirse en un orden predeterminado. En primer lugar, estaba el restablecimiento de la red de comunicaciones; luego se crearía una industria de bienes de equipo y solamente después se pasaría a producir bienes de consumo masivo.
Entretanto el consejo supremo de economía política había proseguido la nacionalización de la industria ampliando su área de actuación a la industria pequeña y doméstica. Al mismo tiempo se amplió el sistema de abastecimiento gratuito (comedores públicos en donde se servían comidas gratuitas). Los servicios estatales y comunales, como el correo, el teléfono, el transporte por ferrocarril, la vivienda y otros eran igualmente gratuitos. En muchas zonas el dinero dejó de tener sentido. Entonces, el plan era implementar una economía natural proletaria.
En el invierno de 1920-1921 se intentó incluir a la agricultura en el sistema de la economía natural proletaria. Se intentó incluir a la agricultura en el sistema de la economía natural proletaria. Se quería obligar a los campesinos a ampliar la extensión de sus cultivos y evitar un retorno a una economía de cobertura de las propias necesidades. Al hacer esto, los dirigentes soviéticos consideraban que la regulación estatal de los millones de explotaciones agrícolas aisladas constituiría solamente una fase transitoria.
Los dirigentes soviéticos no consiguieron suprimir el mercado libre. En todos los rincones del país surgieron pequeños mercados que ofrecían al comercio libre nuevas áreas de acción. La mayor parte de los alimentos que recibían las ciudades eran suministrados por el mercado libre y solamente gracias a su ayuda sobrevivir la población urbana.
El intento de continuar la política del comunismo de guerra después de las inmensas de pérdidas de la guerra civil condujo finalmente a la catástrofe económica en el invierno de 1920-1921. La mayor parte de las fábricas estaban completamente paradas o trabajaban sólo unos pocos días al mes. La producción agrícola no bastaba ni siquiera para satisfacer las propias necesidades de los campesinos. La red de ferrocarriles estaba completamente paralizada. En definitiva, se produjo una enorme recesión de las fuerzas productivas.
En las ciudades, los dirigentes soviéticos se vieron obligados a reducir aún más las relaciones previstas. En Petrogrado, Moscú y Kiev se produjeron manifestaciones, huelgas y reuniones de protesta en las que se exigía ropa de invierno, eliminación de las obligaciones laborales y el libre comercio de los alimentos. Los obreros impedían que los oradores bolcheviques tomasen la palabra en las fábricas: en las calles los funcionarios bolcheviques eran sacados violentamente de sus coches y amenazados con bastones.

Al comienzo se había exigido solamente una mejora del suministro de alimentos y, a consecuencia de esto, el restablecimiento del libre comercio entre el campo y la ciudad, pero en ese momento el levantamiento adquiría un matiz político. Se pedían nuevas elecciones de los soviets, asó como libertad para todas las organizaciones socialistas. La revuelta de la fortaleza marítima de Kronstadt era la manifestación de la crisis económica y política más seria que había padecido el poder soviético. Si quería sobrevivir no tenía más alternativa que introducir una modificación fundamental en la política económica que había llevado hasta el momento.

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