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TAC2 - REYNOSO - CORRIENTES EN ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

AUTOR: REYNOSO
TEXTO: CORRIENTES EN ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA
LA ANTROPOLOGÍA Y LA TEORÍA DE LOS SISTEMAS INTRODUCCIÓN
Un modelo es una construcción lógica y lingüística y a menos que se admita una teoría del lenguaje elemental y puramente nomenclatoria –el lenguaje como espejo de la realidad- no existe isoformismo alguno. No hay una escala propia de los fenómenos: teorías que tratan de enormes conjuntos sociales son a menudo más sencillas que teorías que abordan la personalidad de sujetos individuales. Dado que los modelos mecánicos derivan explicaciones de casos a partir de principios generales, la estructura de las inferencias en estos modelos es deductiva. Las leyes propias de los modelos mecánicos, si las hubiere, tienden a ser deterministas, y de la misma manera el objetivo de casi todos los modelos de esta clase tiende a ser la explicación de hechos en función de leyes actuantes. Toda vez que aparezca la palabra “porque” estamos en presencia de uno de estos modelos.
Son estadísticos, los estudios de la antropología comparativa o transcultural, en los que se busca establecer la probabilidad de ocurrencia de una práctica dada en presencia de determinada institución, o a la inversa. Interesa en ellos determinar qué condiciones (o estímulos) producen determinadas conductas (o respuestas), sin que importe siempre deslindar por qué. Dado que estos modelos consideran varios casos individuales y abstraen de ellos generalizaciones y regularidades, la estructura de la inferencia en estos modelos es inductiva. En general los modelos estadísticos abundan en tipologías, de las cuales se derivan las entidades a ser correlacionadas. Las leyes típicas de los modelos estadísticos, cuando las hay, son necesariamente probabilísticas.
Las teorías o modelos sistémicos poseen énfasis en los fenómenos dinámicos, en los universos totales abiertos a su entorno, en los procesos complejos y en las interacciones fuertes. Los modelos de esta clase se piensan o bien como de estructura diferente a la de las formas clásicas, o como la superación de éstas en una secuencia epistemológica de carácter evolutivo. Ha habido cuatro formulaciones sucesivas de estas teorías de sistemas, que son:
1. La Cibernética, propuesta por Wiener en 1947.
2. La Teoría General de los Sistemas, propuesta por Bertalanffy y difundida entre 1950 y 1970.
3. La Teoría de las Estructuras Disipativas promovida por Prigogine desde principios de la década de 1960.
4. La Sinergética, propuesta por Haken en la década de 1980.
En general, los modelos mecánicos conciernen a los mecanismos que explican determinado estado de cosas, y estos mecanismos resultan a la vez explicativos cuando el objeto es comprensible en términos de simplicidad organizada.
El objetivo privilegiado de las teorías sistémicas son los llamados sistemas complejos que, entre cosas, por el hecho de ser complejos, poseen la propiedad de autogenerizarse. Aunque no todas las teorías sistémicas cumplimentan esta salvedad: la “complejidad” no es en sentido estricto una propiedad ontológica propia del fenómeno que se estudia, sino una escala inherente al punto de vista que se adopta y a los conceptos que se usan; en especial conceptos relacionales tales como el de interacción y causalidad.
Las teorías fenomenológicas simbólicas e interpretativas en general, tienden en efecto a desarticular las generalizaciones en nombre de un “conocimiento local” que a menudo ni siquiera permite una comprensión globalizadora de los casos individuales, y que confía más en la conjetura o en la corazonada que en razonamiento formal. Los modelos sistémicos no se conforman al modelo nomológico deductivo, dado que su concepción en torno a la equifinalidad, multifinalidad, multicasualidad, causalidad circular o realimentación y la elección de transiciones de fases o procesos de morfogénesis como objetos de estudio, les impide expresar las aserciones lineales de condicionalidad que constituyen las estructuras típicas de los sistemas deductivos (Si P, entonces Q).
Sin embargo, la teoría de los sistemas no es positivista. Los “sistemas” a secas constituyen un concepto indefinido, bastante desgastado por el abuso; pero los “sistemas generales” son algo muy preciso y circunscripto. Ni siquiera es suficiente hablar de sistemas para que la teoría que uno promueve sea sistémica: los “sistemas” de la sistemática son de una especie muy peculiar que distintos autores caracterizan ya sea como “abiertos al entorno”, “complejos o dinámicos”.
LA CIBERNÉTICA
Caracterización general
La cibernética es una formulación que se conoce también como “teoría de los mecanismos de control”, el término se refiere a los mecanismos o técnicas de control en general.
El esquema cibernético es, entre todos los modelos sistémicos, el que se relaciona más estrechamente con la teoría de la información.
En el modelo comunicacional clásico, se considera que, en un contexto dado, el emisor transmite al receptor una serie de señales ordenadas según un código, formando mensajes que circulan por un canal afectado por más o menos ruido, ambigüedad o interferencia.
Este esquema básico de la comunicación forma parte de numerosas teorías; Roman Jakobson, por ejemplo, formuló su clasificación de las funciones del lenguaje mapeándolas sobre los diferentes elementos del modelo; la función conativa o imperativa es la que enfatiza al receptor, la función referencial gira en torno del contexto, la emotiva destaca al emisor, la fática constata la disponibilidad del canal, la metalingüística, se centra en el código, y la función poética que subraya el mensaje.
Integrada a ese mismo conjunto originario, la teoría de la información o Teoría Matemática de la Comunicación, formulada por Shannon hacia 1948, es una teoría estadística que relaciona las propiedades del canal de comunicación con el código que rige la codificación, transmisión y decodificación de las señales que componen un mensaje. Urge aclarar que la teoría de la información nada tiene que ver con el significado de los mensajes: se trata de un abordaje que analiza cosas tales como las formas más óptimas de codificación, la cantidad de redundancia que hay que introducir para compensar el ruido y, en especial, la “medida de la información” en términos de unidades mínimas llamadas “bits” o dígitos binarios. Esta cantidad de información se define como la cantidad de incertidumbre de un mensaje en función de la probabilidad de aparición de los elementos que componen el código.
La información (simbolizada con la letra H) es un concepto muy simple: información es la medida de los grados de libertad que existen en una situación dada para escoger entre señales, símbolos, mensajes, o pautas. El conjunto de todas las categorías se denomina también repertorio. La unidad en que se expresa la medida de la información es también la más simple de todas: el bit o dígito binario. La misma unidad y la misma ecuación se utilizan sea cual fuere el nivel de análisis en que se mide la información: sonidos en un sistema fonológico, fonemas en una secuencia de palabras, palabras en una secuencia de frases, frases en una secuencia de discurso, discursos en una secuencia de conductas lingüísticas. La información mide, en cierta forma, el grado de organización de un sistema.
Al mismo tiempo, podría decirse que cuanto más rico sea el alfabeto o repertorio de un sistema, tanto más improbable será la aparición de un signo particular: la información es también la medida de la improbabilidad.
La idea de que la teoría de la información es lineal, como una interacción “orquestal”, propuesta por Winkin, es hasta cierto punto simplista, pues la teoría de la información está más o menos explícitamente integrada en todos los paradigmas sistémicos. La teoría de la información es un ingrediente de casi todas las teorías sistémicas, en tanto y cuando lo que fluye por el interior y hacia o desde el exterior de los sistemas sólo puede ser de tres órdenes: materia, energía o información. Se ha encontrado, además que la energía (que hasta cierto punto es intercambiable con la materia) guarda una relación muy estrecha con la información. El desorden, la desorganización, la falta de estructura o la aleatoriedad de la organización de un sistema se concibe como su entropía. Ahora bien, la entropía es exactamente lo inverso de la información; por consiguiente, se ha propuesto llamar a esta última negentropía o “entropía negativa”. Las características de la información y de la entropía son siempre inversas. La pregunta para la cual la cibernética fue la respuesta es ésta: ¿Cómo debe fluir la información en un mecanismo de tiro para que éste sea eficaz?
Disparar al azar (el método aleatorio) no había demostrado ser muy práctico; combinar el azar con un proceso selectivo (el método estocástico) tampoco daba buenos resultados.
El mecanismo de puntería del cañón o circuito de información que vaya acercando progresivamente los disparos hasta abatir el avión, reduciendo paulatinamente la magnitud del error con la mejor cantidad posible de oscilaciones o con oscilaciones cada vez más estrechas. Este circuito de información devuelve al mecanismo elementos de juicio acerca de los resultados de su propia conducta.
El principio que rige el funcionamiento de esos circuitos es lo que Wiener llamó retroacción, retroalimentación o feedback. En los procesos de feedback, la información sobre las acciones en curso nutren a su vez el sistema, lo realimentan, permitiéndole perfeccionar un comportamiento orientado a un fin. Sucede como si, en cierta forma, los efectos pasaran a formar parte de las causas. Algunos llaman a esto bucles o circuitos de causalidad circular, diferenciándolos de los procesos de causalidad lineal.
Su contribución a la ciencia no consiste en la invención del concepto, sino su colocación es un lugar central de una disciplina aparte, de formidables valores aplicativos.
De inmediato se encontró que así como existía una modalidad de retroalimentación que reducía las desviaciones, existía otra (presente en determinados procesos o susceptibles de simularse en mecanismos de amplificación) que era capaz de ampliarlas casi exponencialmente. Se llamó feedback negativo a la primera variante y feedback positivo a la segunda, y se caracterizó a ambas matemáticamente. Dicho de otra forma, se descubrió que la estructura de los procesos de la causalidad circular era siempre la misma, independientemente de la naturaleza del sistema en que estuvieran presentes.
Aplicaciones antropológicas
Gregory Bateson y la esquismogénesis
El problema que Bateson encuentra en las categorías descriptivas es que sólo son parciales y abstractas sino que son analíticas, en el sentido estricto: funcionan a costa de despiezar una totalidad más grande en aspectos que después no pueden reunirse, pues tampoco hay conceptos vinculantes capaces de hacerlo. Analizar es desmembrar y separar del contexto. Es legítimo siempre y cuando se dispongan de operadores teoréticos para resintetizar el objeto de su integridad.
El examen de los fenómenos de fusión, integración, integración y diferenciación que pueden darse en el proceso aculturativo le lleva de inmediato a plantear la problemática de la diferenciación simétrica o cismogénesis, en la que cada grupo implicado lleva al otro a acentuar excesivamente sus patrones de conducta, en una espiral que lleva a una rivalidad extrema, a una susceptibilidad máxima y en última instancia al colapso de todo el sistema. Algunos años después surge la llamada “Segunda Cibernética”, la cual pone más énfasis en los procesos de ampliación de oscilaciones y transformación de estructuras que en los que parecen tendientes a garantizar el equilibrio. Todo ponderado, las correspondencias entre las ideas de Bateson, Wiener y los teóricos afines a la llamada Segunda Cibernética serían las siguientes:
Bateson
Wiener
Segunda Cibernética
Esquismogénesis Complementaria
Feedback negativo
Reducción de la desviación
Esquismogénesis Simétrica
Feedback positivo
Ampliación de la desviación


En la época de Bateson, la distinción entre codificación analógica y codificación digital se justificaba en la medida en que proporcionaba algo así como un lenguaje de recambio para hacer alusión respectivamente a los procesos primarios y secundarios, tipificados por el psicoanálisis.
Nada hay, ni en la naturaleza ni en la cultura, que sea espontáneamente “digital” (y mucho menos “binario”): es el analista quien decide cómo puntuar el contexto para digitalizar un fenómeno dado, sea este fenómeno un rito o un teorema, un silogismo o un acceso de cólera. Y hasta la más analógica e inefable de las creaciones humanas, la música, es fácilmente digitalizable, como lo demuestran las recientes técnicas de reproducción digital o la síntesis sonora mediante osciladores computarizados. En suma, lo digital y lo analógico no son características inmediatamente dadas en el objeto, sino cualidades arbitrariamente atribuidas en el análisis, lo cual convierte buena parte del discurso pragmático sobre el particular en un formidable error de tipificación. No es ésta, sin embargo, la única objeción que cabe hacerle a los pragmáticos. A esta lógica insuficiente ya la vimos en acción: la falacia de la concretidad mal aplicada. A pesar de que los trastornos de la comunicación se definían en parte en base a las pautas vigentes en la cultura en que esa comunicación acaece, la dimensión sociocultural se había encogido analíticamente hasta el umbral de lo perceptible, al extremo que la pragmática de Palo Alto dejó de interesar a los antropólogos. En lenguaje sistémico, se diría que en lugar de un sistema abierto, relativo a la complejidad organizada, el modelo reproducía un sistema cerrado, lineal, artificialmente simple, que interrumpía el escalonamiento de los subsistemas jerárquicos y anidados justo antes de llegar al plano de lo biológico, convirtiéndose así en el ejemplo arquetípico de un estrecho reduccionismo ambiental.
La distinción entre lo analógico y lo digital, es que esa dicotomía ignora el papel de quien interpreta un fenómeno, atribuyendo a éste, en un gesto empirista, características que no posee en sí y por sí. La propia distinción entre computadores analógicos y digitales es incorrecta, pues fracasa en la necesaria discriminación entre las propiedades físicas de los mecanismos y su modo de empleo.
En la terapia familiar moderna la distinción entre analógico y digital tal como la concibe, por ejemplo, Prosky, sigue siendo radicalmente analítica, antisistémica. Se basa en una descomposición atomizadora del fenómeno de la comunicación real (que se desenvuelve en una superposición integrada de niveles y matices concurrentes) en dos series paralelas de distinta índole que se atribuyen, por añadidura, a los respectivos lóbulos cerebrales, como si estos pudieran funcionar separadamente o como si la comunicación resultara de la simple suma de modalidades contrapuestas y simultáneas. El modelo es homuncular por partida doble: el ser humano posee en su interior dos homúnculos, uno digital y otro analógico, que habitan cada cual en su exclusivo y lobular territorio, y que se le pasan refutándose mutuamente.
En suma, el intento de renovación de las teorías y las prácticas sistémicas no parece haber desembocado en una revolución positivamente encaminada. Sin embargo, persisten diversas trabas de orden conceptual: una fatigada distinción entre los lenguajes analógico y digital, cuyo abandono bien podría conducir a una demorada depuración metodológica; una extrapolación del marco sistémico que es, como de costumbre, más declamada que concreta, más literaria que científica; una visión convencional de la trayectoria y el cambio estructural en el interior de los sistemas que enfrenta con mejor rendimiento los fenómenos de homeostasis que los de morfogénesis; un desinterés casi activo por la búsqueda de la validez transcultural de las propuestas; un conservatismo acendrado en lo que respecta a la proveniencia de los conceptos propios de las ciencias duras, que ocasiona que entre los terapeutas actuales la vetusta cibernética de Wiener sea mejor conocida que la sinergética de Haken o que las estructuras disipativas de Prigogine; y una alusión demasiado leve al contexto sociocultural, que subordinado al pequeño contexto de una familia sin entorno sigue operando a guisa de marco inerte, sin participación cabal en el diseño sistémico. Más allá de las buenas intenciones, es ostensible que la terapia familiar se resiente del hecho de que la antropología de hoy no esté en condiciones de facilitarle un nuevo Bateson, sensible a las paradojas y capaz de renovar sus metáforas.
La Teoría General de Sistemas” (TGS).
Caracterización general. Es una genuina Teoría General, cuya especificidad consiste en ser transdisciplinaria. No sólo la teoría es general y transdisciplinaria; también su objeto lo es, al punto que numerosos traductores prefieren traducir su nombre como “Teoría de los Sistemas Generales”: se trata de sistemas auto-organizados, independientes de la naturaleza de los elementos que los componen (“sistemas generales”), y que pueden ser tanto físicos como biológicos, sociológicos o microsociológicos, hasta determinado umbral mínimo de complejidad.
La TSG constituye una elaboración constante de teorías e ideas que estaban en el ambiente en el sentido de que las ecuaciones que describen un sistema son aplicables a entidades diferentes en cuanto a su composición material, leyes, funciones y fuerzas inherentes. El mismo diagrama de flujo se puede aplicar a la regulación (según Rappaport) de los rituales de una sociedad.
Ludwig von Bertalanffy dice que los diversos sistemas que pueden ser descriptos mediante el mismo diagrama son isomorfos, lo cual quiere decir que es posible construir una teoría general de los sistemas caracterizables por una misma estructura formal. La TGS es, al igual que la cibernética y de las demás teorías, intrínsecamente transdisciplinaria. El manifiesto de la TGS, establecido por la Sociedad para la Teoría General de Sistemas de 1954 propone el siguiente programa: Las funciones principales son: (1) investigar el isomorfismo que presenten conceptos, leyes y modelos en diferentes campos de estudio y facilitar transferencias entre un campo y otro; (2) impulsar el desarrollo de modelos teóricos en las esferas en que falten; (3) minimizar la duplicación de esfuerzos en las diferentes disciplinas; (4) promover la unidad de las ciencias mejorando la comunicación entre especialistas. Esta teoría se concentra en aspectos de los sistemas inaccesibles a un tratamiento científico convencional: organización, jerarquía, diferenciación, competencia, finalidad. El requisito de esta teoría es que los sistemas sean relativamente complejos, que mantengan flujos de intercambio de información y/o energía con su entorno, y que en el interior del sistema se produzcan las llamadas “internacionales fuertes”.
La Teoría de Sistemas pretende superar el impasse de la analítica convencional para dar cuenta del comportamiento de los sistemas complejos. Puede comprenderse de una manera aceptable tomando como base seis conceptos centrales: totalidad, estasis, equifinalidad, multifinalidad, morfogénesis y jerarquía.
Totalidad. Un sistema es un conjunto de componentes y de relaciones entre ellos que posee propiedades distintas a la de sus componentes tomados en forma aislada. No hay que partir del análisis de las partes, sino del estudio de la totalidad. En consecuencia, las leyes que gobiernan el comportamiento del todo se consideran primarias: el todo es más (y es distinto) que la suma de las partes. Cuando se considera el comportamiento de una totalidad se advierte que posee una coherencia tal que parece obedecer a un plan preestablecido. Se dice que la conducta de un sistema es teleológica, que está orientada hacia fines. Un “fin” es un estado hacia el cual tiende un sistema en función de su organización estructural, de las relaciones e interacciones imperantes y de su relación con su entorno.
Estado estable, homeostasis y morfostasis. Aunque lo parezca la teoría de sistemas no es una teoría de los equilibrios de un sistema, sino una vía de acceso a la comprensión de sus cambios. La serie de cambios de un sistema en función del tiempo es lo que caracteriza como su trayectoria, la trayectoria de los sistemas muestra no tanto un equilibrio sino una homeostasis; el término fue acuñado por el Biólogo Walter B. Cannon: “la palabra no implica fijeza, inmovilidad ni estancamiento: significa una condición que puede variar, pero que es relativamente constante”. Bertalanffy demostró que sólo dentro de los sistemas cerrados y simples se pueden dar equilibrios verdaderos. El equilibrio aparente de determinados sistemas abiertos y complejos es en realidad un “estado estable” caracterizado por fluctuaciones más bien débiles. El proceso mediante el cual se restablece el estado estable en medio de las fluctuaciones es lo que se conoce como homeostasis. En caso de que las fluctuaciones no puedan ser controladas por los mecanismos reguladores del sistema, se pierde momentáneamente el estado estable y el sistema evoluciona cambiando sus estructuras en un proceso llamado morfogénesis. Tras modificar su estructura, los sistemas abiertos poseen, en general, la capacidad de recuperar un nuevo estado estable después de una perturbación. En la Teoría de Sistemas la homeostasis posee un aspecto dinámico más que estático. La estabilidad es una actividad; un sistema en estado estable es capaz de responder dentro de ciertos márgenes a estímulos ambientales cambiantes. Fuera de esos márgenes el sistema se ve obligado a re-estructurarse.
Equifinalidad. Condiciones similares producen efectos similares, y por lo tanto resultados disímiles corresponden a circunstancias disímiles. Bertalanffy flexibilizó esta concepción introduciendo la noción de equifinalidad: diversas condiciones iniciales pueden producir condiciones terminales idénticas; o, lo que es lo mismo, no se puede retrodecir cuáles son las condiciones que han producido determinado estado de cosas.
Multifinalidad. Este concepto es el inverso del anterior. El mismo establece que condiciones iniciales similares pueden llevar a estados finales diferentes.
Morfogénesis. Relacionada con la idea de multifinalidad: estados iniciales idénticos pueden producir resultados diferentes. La clave de la trayectoria de un sistema no se encuentra tanto en las condiciones iniciales como en las redes de retroalimentación positiva que amplían la desviación. La morfogénesis es el proceso causal complejo que amplía la desviación y que resulta en la formación de nuevas estructuras o en el cambio radical de la estructura de un sistema. Tras un proceso de morfogénesis es el propio concepto de sistema el que se pone en crisis; lo único que permite otorgarle continuidad es el hecho de que sus componentes individuales son los mismos.
Jerarquía. Presupone que los fenómenos están estructurados en niveles y en conjuntos de niveles, y que cada cual es un conjunto de otros conjuntos. Compuesto por subsistemas interrelacionados, hasta llegar al nivel de los subsistemas elementales. Las diversas jerarquías comprenden lo que se ha llamado distintos nivele de integración y organización.
***
Aplicaciones en ciencias sociales. A fines de los ’50 la teoría de los sistemas parecía ofrecer herramientas para las interacciones multivariadas que estaban más allá de la comprensión intuitiva y del análisis de las partes separadas. Antropólogos vieron que las promesas no se cumplían, y lo que sobrevivió de la TSG en sus aplicaciones en ciencias sociales fue más refinado pero también menos ambicioso.
El Modelo de Maruyama: los “Paisajes Mentales”. Dice Maruyama que entre las diversas teorías sociales y biológicas de la actualidad se pueden reconocer al menos cuatro formas distintas de concebir la causalidad (modelos causales no-recíprocos, modelos independientes de los sucesos, modelos homeostáticos con bucles causales, modelos morfogenéticos con bucles causales) y existen cuatro tipos epistemológicos o mindscapes correspondientes a los metatipos causales:
TIPO
COMPONENTES
RELACIONES E/ COMPONENTES
PROCESO
H
HOMOGÉNEOS
JERÁRQUICAS
CLASIFICACIONAL
I
HETEROGÉNEOS
INDIVIDUALISTAS
AL AZAR
S
HETEROGÉNEOS
INTERACTIVOS
HOMEOSTÁTICO
G
HETEROGÉNEOS
INTERACTIVOS
MORFOGENÉTICO


Otras elaboraciones antropológicas de las Sistemática. El llamamiento de von Bertalanffy en pro de la unificación de las ciencias tuvo por efecto la realización de numerosos simposios interdisciplinarios tendientes a materializar y otorgar contenidos a esos objetivos. Consideramos dos simposios más importantes alrededor de la Teoría de Sistemas se desarrollaron en la antropología y en disciplinas afines. El primero en 1951 y el segundo en 1977. Ninguno triunfal.
Las estructuras disipativas”.
Caracterización general y aplicaciones antropológicas. Las ideas de Ilya Prigogine en torno de las llamadas estructuras disipativas (las estructuras disipativas constituyen la aparición de estructuras coherentes, auto-organizadas en sistemas alejados del equilibrio. El término estructura disipativa busca representar la asociación de las ideas de orden y disipación. El nuevo hecho fundamental es que la disipación de energía y de materia, que suele asociarse a la noción de pérdida y evolución hacia el desorden, se convierte, lejos del equilibrio, en fuente de orden) y de los sistemas alejados del equilibrio fueron aplicadas en antropología por Richard Adams. Esta extrapolación se desarrolló en dos etapas.
La sinergética, el caos y las catástofres”.
Caracterización general. La Sinergética, formulada por Hermann Haken hacia 1980 es también una postura anti-analítica que procura estudiar los sistemas complejos desde la perspectiva de lo que llama “la acción de conjunto”. En parecidas palabras, Haken define la sinergética como “el estudio de la acción de conjunto”. En sinergética no se estudian entonces las reglas elementales que obedecen los componentes de un sistema, sino las leyes generales que rigen la formación de estructuras. El propósito de esta disciplina es averiguar si, a pesar de la enorme diversidad de estructuras que se encuentran en la naturaleza, es posible hallar leyes fundamentales que permitan explicar su formación.
Aplicaciones antropológicas. Todavía no existen respuestas antropológicas masivas a la formulación sinergética; es posible que la dudosa efectividad de las extrapolaciones de la teoría de sistemas, la cibernética y la teoría de las estructuras disipativas haya disuadido a los antropólogos de intentar otra aventura con fuertes probabilidades de fracaso, dado el carácter fuertemente formal y matemático de las argumentaciones principales de la sinergética.
Observaciones sobre la Teoría de Catástrofes. Aunque no se trata en rigor de una teoría sistémica de la misma índole que las revisadas, la Teoría de las Catástrofes comparte con las estrategias que aquí se discuten su aspiración de generalidad, su dinamismo y su énfasis en los fenómenos emergentes, las rupturas y discontinuidades. La Teoría de las Catástrofes es una rama de las matemáticas que en vez de estudiar configuraciones o fenómenos estructurales como la homeostasis estudia singularidades, es decir, rupturas. Lo que la ocupa son las propiedades de las singularidades como tales, sin referencia alguna a los mecanismos concretos subyacentes. Ello la hace apropiada para el análisis de sistemas cuyos mecanismos no se conocen o para situaciones en las que las únicas observaciones disponibles se refieren a las discontinuidades.
Se definió entonces como “catástrofe” a cualquier transición discontinua que ocurre cuando un sistema puede tener más de un estado estable, tiene más de un grado de libertad o puede seguir más de un curso de evolución. La catástrofe es un “salto” de un estado a otro, que puede no ser verdaderamente instantáneo pero que ocurre en una escala de tiempo mucho más breve que la de la estabilidad. Las catástrofes posibles son muchas, pero las más simples son las llamadas “Siete Catástrofes”, ya que ilustran las siete formas más simples en que puede ocurrir una transición.
Nº de factores de control
Un eje de conducta
Dos ejes de conducta
1
Pliegue
2
Cúspide
3
Cola de Milano
Ombligo hiperbólico
4
Mariposa
Ombligo parabólico
Los nombres de las catástrofes de la primera columna fueron sugeridos por los rasgos visuales de los grafos que los representan; los de la segunda columna, que son difíciles o imposibles de visualizar, son más bien de inspiración matemática.
Las dimensiones políticas e ideológicas de las Sistémica”.
Varela, Maturana y la autopoiesis. Por un lado, numerosos intelectuales han elaborado presuntuosos sistemas teóricos, científicos y filosóficos que entran a saco en la teoría de sistemas sin consignar las fuentes de sus ideas. Por el otro, y a la inversa, la adopción de estrategias que se dicen sistémicas (por concordancia intuitiva), pero que no aplican consistentemente los métodos que corresponden o que se diluyen en el eclecticismo, se ha tornado un deporte habitual.
“Sistémico” ha llegado a ser sinónimo de totalización, de visión global, de realismo causal, de amplitud de criterios, de comunión íntima con lo complejo. Pero esa sinonimia es inespecífica, al menos en lo metodológico. Así como tiene incondicionales, la sistémica también cosechó enemigos, por ejemplo: un artículo de Lilienfeld de 1975 vincula a las teorías sistémicas con ciertas pretensiones totalitarias de control social; pero lo más correcto es decir que la sistémica ha sido capaz de adaptarse a diversas modalidades de pensamiento y acción política.
El conjunto de los sistemas de los seres vivientes, más que constructivo es auto-constructivo. El concepto principal del esquema de Maturana es el de autopoiesis. Un sistema autopoiético es una red de procesos de producción de componentes (transformación y destrucción) que regenera la propia red de procesos y relaciones y que constituyen a la entidad como una unidad concreta, especificando el dominio topológico de su realización como tal. Uno de los objetivos seguidos por Maturana es el de explicar el surgimiento de la cognición. Según él, este conocimiento no se puede comprender a través de la forma en que opera el sistema nervioso; es necesario investigar el modo en que las actividades cognitivas son comunes a todas las especies vivientes, lo cual a su vez está determinado por el fenómeno de la autopoiesis. Se opone, en consecuencia, al conductismo, en el cual se analiza o sintetiza el comportamiento de un individuo como secuencia de reacciones ante las coacciones del ambiente. No se pueden identificar estímulos que existan independientemente del organismo; por el contrario, es éste el que especifica el espacio en el que vive.
Anthony Wilden y la izquierda sistémica. Otra tendencia sistémica, en cambio, se inclina fuertemente hacia la izquierda: el nombre que salta primero en este espectro es el de Anthony Wilden. A él le fascina la sensibilidad de la sistémica y la cibernética por el contexto, la apertura de los modelos a las condiciones cambiantes del entorno y el hecho de que las verdades de la cibernética no están condicionadas por su pertenencia a una rama específica de la ciencia. Él dice que el modelo marxiano, con todos sus defectos posibles, posee una cualidad científica de la que carecen muchas otras teorías políticas y económicas: este no deja jamás de interesarse por el contexto en el que se da el cambio. Algunos de los desarrollos más interesantes relativos a la aplicación de principios cibernéticos a la psiquiatría y a las ciencias sociales proceden de científicos del mundo socialista.
Las alternativas ‘procesuales’ frente a la Sistémica”.
Las teorías sistémicas fueron cuestionadas desde diversos ángulos por numerosos antropólogos. Uno de los ataques más virulentos en contra de la Teoría de Sistemas se presentó en 1975 en la revista Social Research donde define como sistémicos enfoques que a todas luces no lo son, caricaturiza con trazos groseros los fundamentos de las diversas teorías, insinúa que existe algo así como una conspiración sistémico-positiva-tecnocrática para dominar al mundo, ignora la existencia de modelos instrumentales y operativos que han alcanzado cierto éxito, y considera que objetivos tales como modelizar la conducta o el pensamiento humano equivalen a creer que las personas o las sociedades se reducen a fórmulas o algoritmos.
Al igual que el resto de la antropología, las teorías sistémicas acusaron en los años recientes el impacto y el desafío de las posturas interpretativas, del individualismo y del vaciamiento metodológico.
Teorías Sistémicas – Teorías Procesuales
Estadio
Fase
Nivel
Campo
Entorno
Contexto
Variable
Elemento
Evolución
Historia
Disparador
Umbral
Retroalimentación
Movimiento
Integración
Duración


Las teorías sistémicas y las procesuales estarían caracterizadas por diferentes preocupaciones, que se traducen en vocabularios específicos: el vocabulario sistémico incluiría las nociones expresadas en el cuadro de arriba y las metáforas procesuales equivalentes serían las que también se encuentran en el cuadro. Conceptos que señalan un verdadero cambio de paradigma e intereses intelectuales opuestos. Ninguna teoría más que la sistémica es sensible de verdad alos problemas del contexto, sin perder rigor en su referencia. (Leer los dos párrafos de la página 300 sobre importar conceptos).


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