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SIST II (2018) - Alexander Chayanov. La organización de la unidad doméstica campesina.

Resumen de la cursada 2018  - Aporte de Daniela ¡Muchas Gracias!

Resumen:

La familia campesina y la influencia de su desarrollo en la actividad económica.

La mano de obra es el elemento organizativo de cualquier proceso de producción. La composición y el tamaño de la familia determinan la cantidad de fuerza de trabajo y los límites máximos y mínimos del volumen de su actividad económica. La fuerza de trabajo está determinada por la disponibilidad de miembros capacitados para trabajar. Se considera familia al concepto puramente biológico, es decir la pareja matrimonial que vive junto con sus descendientes y con los representantes ancianos de la generación mayor.

En los primeros años, al ir creciendo, la familia se va cargando de hijos que aún no pueden trabajar, y notamos un rápido aumento en la proporción de consumidores en relación con los trabajadores. En el decimo cuarto año de existencia esta proporción de C/T alcanza su punto más alto pero a partir del decimo quinto año el primer hijo comienza a ayudar y la relación consumidor trabajador baja. La transición del niño que aún no trabaja al trabajador de media jornada se produce de modo gradual. Debemos notar que en su madurez el aumento de manos que trabajan permite aplicar los principios de la cooperación compleja (intercambio laboral intrafamiliar sin goce de sueldo- relación de reciprocidad). Cada familia, según su edad constituye en sus diferentes fases un aparato de trabajo completamente distinto de acuerdo con su fuerza de trabajo, la intensidad de la demanda de sus necesidades, la relación consumidor-trabajador, y la posibilidad de aplicar los principios de la cooperación compleja.

Dado que sus manos son su medio de trabajo pcipal, el volumen de la actividad económica (agricultura, act. artesanales y comerciales) corresponde cuantitativamente al estimulo de la necesidad de satisfacer las demandas de sus consumidores -trabajan hasta el punto en que satisfacer sus necesidades de consumo-.

Dado que cualquier análisis sectorial del trabajo económico resultara un análisis de producción pero de ninguna manera un análisis económico, debemos utilizar elementos de la unidad económica campesina que abarcan su naturaleza mixta. Podemos tomar el área sembrada como medida de volumen para establecer la conexión entre el tamaño de la flia. y el volumen del trabajo económico. Se puede establecer una dependencia entre el desarrollo de la familia y la cantidad de tierra disponible. Pero esta no presenta un carácter uniforme en todos lados. Se puede justificar estadísticamente a partir de coeficientes establecidos por Prokopovich y a partir de estos podemos suponer que el campesino se provee de una flia. de acuerdo con su seguridad material. Para que el planteo fuera correcto sería esencial que los campesinos de las unidades de explotación en pequeña escala bajaran artificialmente la tasa de nacimientos en sus flias. en comparación con la correspondiente a las flias. que manejan unidades mayores. No hay fundamento para afirmar que los factores de formación de la familia en las unidades económicas pequeñas actúan con mayor debilidad que en las unidades extensas. Según Chayanov vemos que una parte considerable de las unidades de explotación que sembraban áreas pequeñas fueron adquiriendo fza. de trabajo al aumentar la edad y el tamaño de la flia. y que al aumentar su área sembrada ingresaron en los grupos más altos (mayor producción) expandiendo así también su actividad económica y a la inversa. Esto nos demuestra que el proceso demográfico de crecimiento y distribución de la tierra por tamaños de la familias también determina en gran medida la distribución de unidades económicas por tamaño del área sembrada y cantidad de ganado.

Lenin, en su "teoría de la diferenciación social" clasifica a los campesinos en ricos, medianos y pobres, utilizando como criterio la compra-venta de la fuerza de trabajo. En contraposición, Chayanov plantea que lo central es el tamaño de la familia por cuanto que ésta depende de su ciclo de desarrollo: son las variaciones en la fuerza de trabajo disponible en cada grupo doméstico las que determinan el acceso a la tierra (diferenciación demográfica).




Medida de la autoexplotación de la fuerza de trabajo en la familia campesina. El concepto de beneficio en la unidad de explotación doméstica.
Las diferencias en las remuneraciones anuales de los trabajadores dependen de dos factores que determinan su productividad anual. Por un lado, el grado de intensidad de su trabajo anual, la cantidad de energía que el trabajador campesino puede o quiere gastar en este trabajo en un año. Por el otro lado, la productividad de cada unidad doméstica de trabajo, las condiciones económicas y técnicas que asegura a su trabajo un particular efecto productivo (esto está fuera del alcance de esta investigación).

En la explotación agraria doméstica, las tasas de la intensidad del trabajo son considerablemente más bajas que si la fuerza de trabajo fuera utilizada en su totalidad. Hay dos factores que determinan la intensidad. Por un lado, las necesidades de consumo. Por el otro, las condiciones de producción que determinan el nivel de la productividad de la fuerza de trabajo. Para medir las presiones de las necesidades de consumo, Chayanov estudia la relación del número de consumidores con el número de trabajadores (c/t).

La medida de la autoexplotación depende en mayor grado del peso que ejercen sobre el trabajador las necesidades de consumo de su familia. El volumen de la actividad de la familia depende totalmente del número de consumidores y de ninguna manera del número de trabajadores. Plantear que la familia se divide en consumidores y trabajadores es un error, ya que todos consumen.

Además, las condiciones más favorables para el trabajo permiten aumentar considerablemente la producción. Si aumenta la producción por un incremento en los consumidores, no aumenta el bienestar. Si aumenta por condiciones más favorables para la producción, sí produce un incremento en el bienestar. Esto demuestra la influencia que ejerce sobre la producción y el bienestar, la disponibilidad de medios de producción y la amplitud de posibilidades para realizar su labor.


Si aumenta la productividad, aumentan los ingresos, pero no en la misma medida. La intensidad anual del trabajo declina bajo la influencia de mejores remuneraciones, porque es esencial que la productividad del trabajo del año crezca en proporción al aumento en la retribución de una unidad doméstica de trabajo. El consumo de energía está inhibido por las fatigas propias del trabajo mismo. Cuanto más duro es el trabajo, comparado con la remuneración, más bajo es el nivel de bienestar en el cual la familia campesina deja de trabajar. Cualquier unidad doméstica tiene un límite natural para su producción, el cual está determinado por las proporciones entre la intensidad y la satisfacción de sus necesidades. Existe una evaluación subjetiva del grado de autoexplotación que está determinada por las necesidades de consumo y la fatiga que produce la explotación agraria (trabajan hasta que deciden no trabajar más). Los ciclos vitales determinan la capacidad productiva. La intensidad del trabajo es inversamente proporcional a la capacidad productiva.

Mientras que el tamaño de la unidad agraria capitalista es teóricamente ilimitada, la extensión de la unidad doméstica de explotación agraria está naturalmente determinada por la relación entre las necesidades de consumo y su fuerza de trabajo. Sin salarios, la unidad económica campesina sólo puede expresar su consumo de fuerza de trabajo en unidades físicas. El producto neto particular de la fuerza de trabajo, puede ser reconocido subjetivamente por nuestra familia como satisfactorio o bueno comparado con la evaluación subjetiva de las fatigas propias de este mismo trabajo.







Claude Meillasoux. Mujeres, graneros y capitales.




Las paradojas de la explotación colonial.

El enriquecimiento de los países imperialistas sólo puede provenir de la explotación de los trabajadores en los países colonizados y no del comercio internacional. El intercambio desigual se acompaña de una baja remuneración del trabajo (sin que se sepa que una es causa o consecuencia de la otra). Para Samir Amin, la igual productividad pero diferente remuneración en países de la periferia se debe a un excedente creciente de mano de obra organizada por medios políticos. Y la superpoblación relativa se debía al predominio de una agricultura latifundista que invertiría poco pero exportaría mucho. Lo que provoca un desequilibrio entre oferta y demanda. Este razonamiento está sacado de los economistas liberales. Sin embargo, en los países periféricos, la falta de mano de obra es crónica (África occidental).

Ahora bien, durante el período colonial, la mano de obra fue desalojada del campo mediante el reclutamiento forzado, más que por la expropiación. Luego, fue necesario establecer un salario susceptible de atraer mano de obra. Pero el desarrollo del asalariado no suprime los gastos de coersión indispensables para la explotación del trabajo, gastos que asume siempre el estado capitalista. La ley de oferta y demanda no explica la tasa en la cual se fija el salario. Sino que, es el costo de reproducción de la fuerza de trabajo. Son las condiciones particulares de la producción de los elementos de la reproducción de la fuerza de trabajo que permiten pagar esos bajos salarios. Este autor quiere explicar las condiciones de la superexplotación del trabajo en los países colonizados, considerando el subdesarrollo sólo a través del intercambio. Considera al subdesarrollo como resultado de una transferencia entre sectores económicos que funcionan sobre la base de relaciones de producción diferentes.

Si el valor de la fuerza de trabajo descansa sobre el tiempo para la producción y reproducción en la esfera capitalista, una agricultura para la alimentación con baja productividad elevará el costo de la fuerza de trabajo porque serán necesarias más goras para producir los alimentos necesarios para el mantenimiento de los trabajadores. SIn embargo, en esos países la fuerza de trabajo que proviene del sector doméstico, así como los alimentos producidos por la explotación familiar, son baratos. Esta paradoja está acompañada por otra: según la lógica del capitalismo, los capitales tendrían que invertirse en ese sector con baja productividad, donde las ganancias extraídas tendrían que ser las más elevadas. Sin embargo, fue abandonado por el capitalismo.

La agricultura de la alimentación permanece al margen de la esfera de producción capitalista pero está en relación con la economía de mercado mediante el abastecimiento de mano de obra alimentada en el sector doméstico. Esta economía de la alimentación pertenece a la esfera del capitalismo, en tanto que lo provee de fuerza de trabajo y alimentos, mientras que pertenece fuera de la esfera de producción capitalista, ya que el capital no invierte en ella y porque sus relaciones de producción son de tipo doméstico y no capitalista. (RENTA EN TRABAJO).

El intercambio desigual se explica a partir de que la relacién es entre sectores donde dominan relaciones de producción diferentes. Es a causa de las relaciones orgánicas entre economías capitalistas y domésticas que el imperialismo pone en juego los medios de reproducción de una fuerza de trabajo barata en provecho del capital; proceso de reproducción que es la causa esencial del subdesarrollo y al mismo tiempo de la prosperidad del sector capitalista.

Marx plantea que existe una posible transferencia de valor de un modo de producción a otro por medio de la acumulación originaria y que concluye con la destrucción de un modo de producción en provecho de otro. Pero no existe la teoría de una extracción continua de valor que se realiza mediante la preservación del modo de producción dominado y no por su destrucción. Y es mediante la preservación de un sector doméstico productor de alimentos como el imperialismo realiza y sobre todo, perpetúa la acumulación primitiva. Los modos de producción se articulan de manera orgánica e íntima en el plano económico.

Las relaciones de producción, al no depender de los determinismos inherentes a los modos de producción, sino a las decisiones tomadas en el sector capitalista, es simultáneamente preservado y destruido. Preservado como modo de organización social productor de valor en beneficio del imperialismo. Destruido pues se lo priva a plazo fijo, mediante la explotación que padece, de los medios para su reproducción. Se trata de estudiar de qué manera el imperialismo moderno organiza a unos y otros, y a unos mediante los otros, en su provecho.




Salarios directos, salarios indirectos.

La explotación del trabajo se realiza en condiciones diferentes, según que al ser el capitalismo el modo de producción exclusivo, la economía de mercado rija la totalidad de las transacciones (capitalismo integral). O según que el capitalismo domine formas de producción no capitalistas, explotando a trabajadores libres o células organizadas de producción (capitalismo imperialista). Marx plantea que la plusvalía está ligada al tiempo de trabajo para la producción y también para la reproducción. El valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para la conservación del poseedor de aquella. Y el salario habitual no sólo basta para asegurar la conservación de la misma, sino su multiplicación.

Señalamos tres componentes del valor de la fuerza de trabajo: reconstitución (sustento del trabajador durante un período de trabajo), mantenimiento (en los períodos de desempleo), reproducción (reemplazo del trabajador mediante el mantenimiento de su descendencia).

El salario teórico (directo) sirve para la reconstitución de la fuerza de trabajo, en tanto que mercancía inmediatamente disponible en el mercado. Sólo paga la fuerza de trabajo brindada durante la jornada. Para que se realice la plusvalía, el salario debe estar fundado sobre la duración del trabajo. Pero para que se realice la reproducción es necesario que las entradas del trabajador cubran sus necesidades individuales durante toda su vida. La solución a este problema plantea otro: la provisión para la reproducción de la fuerza de trabajo en tanto que mercancía futura, debería ser una inversión del capital, mientras que las entradas del asalariado, que proceden de su remuneración, no pueden estar constituidas por capital, sin que se convierta en capitalista. Es necesario que la reproducción se efectúe al margen de la producción capitalista. El salario indirecto es distribuido por un organismo socializado, representa la fracción del producto social necesario para el mantenimiento y la reproducción. El beneficio de la reproducción escapa al trabajador en provecho de la clase capitalista.




La acumulación originaria.

La acumulación originaria en Marx está ligada a un contexto histórico preciso: el surgimiento del capitalismo sobre las ruinas del feudalismo (S XVI). En este momento considera dos transferencias simultáneas: la transferencia de la tierra (al capital por expropiación) y la transferencia de la fuerza de trabajo (mediante la migración del campo a las ciudades). Respecto a esta última se da una escisión entre productor y medios de producción en trabajador libre de vender su fuerza de trabajo a quien se la compre. Transformación que pone a disposición del empresario capitalista un capital variable (fuerza de trabajo) cuya oferta supera ampliamente la del capital constante (1/2s de producción). Para Marx constituye el punto de partida del capitalismo.

Pero no explica históricamente el proceso real de crecimiento y expansión capitalista que se realiza mediante la incorporación continua de nuevas tierras y nuevas poblaciones bajo el imperialismo y la colonización. En este sentido, no debe considerarse como punto de partida, sino como inherente al proceso de desarrollo del modo de producción capitalista.




Sin techo: el éxodo rural.

Esta mano de obra llegada al mercado de trabajo, cuyo número no está determinado por la demanda del sector industrial, sino por el ritmo de las expropiaciones, de la ruina y de las hambrunas rurales, provoca en Europa una superpoblación relativa agravada aun por el aumento de la productividad del trabajo en las fábricas. Asumir el costo de mantenimiento y de reproducción de esta fuerza de trabajo se convirtió en un problema que fue necesario resolver por la puesta en marcha de mecanismos de nivelación, cada vez más perfeccionados y adaptados a medida que el proletariado se integraba más completamente en las relaciones de producción capitalista. La caridad, la asistencia pública y, finalmente, el seguro social. A esto se agregan las huertas obreras, donde usan parte de su tiempo libre para producir su propio alimento, reduciendo el costo de la fuerza de trabajo.

La mano de obra es producida, mantenida y reproducida en el marco capitalista. Todos los movimientos migratorios coinciden con una recuperación de la expansión capitalista mediante el aporte gratuito de fuerza de trabajo. La contrapartida es que el capital se debe hacer cargo de la reproducción.







El eterno retorno al país natal: las migraciones temporarias.

La comunidad doméstica podía ser mejor explotada a mediano plazo por medio de su preservación que mediante su destrucción. Esta explotación se apoya sobre dos de sus propiedades: a) la de tratarse de una organización productiva colectiva cuya explotación es más ventajosa que la de un individuo, por ser la fuerza de trabajo el producto social de la comunidad, explotar a uno de sus miembros, siempre que no esté separado, equivale a explotar a todos los otros; b) la de producir un plustrabajo equivalente a la duración del tiempo libre (renta en trabajo).

Para que el capitalismo pueda gozar de la renta en trabajo, debe encontrar el medio de extraerla sin que su intervención destruya la economía de autosubsistencia y las relaciones de producción domésticas que permiten la producción de dicha renta.

Pueden distinguirse 3 variantes de la extracción de la renta en trabajo por el capitalista:

1. El trabajador es empleado en el sector capitalista sólo durante la estación muerta y se alimenta de sus reservas domésticas durante este período. El empleador está en condiciones de extraer de él una renta en trabajo. No recibe ningún pago.

2. El trabajador es empleado en el sector capitalista sólo durante la estación muerta pero es alejado de su lugar de origen y no puede alimentarse con las reservas domésticas. La renta debe ser amputada del valor de las subsistencias entregadas por el empleador al trabajador a través de la duración de su empleo a fin de reconstituir la fuerza de trabajo inmediata. Para el trabajador es una situación menos desfavorable en la medida que le permite ahorrar el producto doméstico el volumen de su consumo. Recibe un salario. Y el capitalista obtiene un beneficio en plusvalor.

3. El trabajador es empleado en el sector capitalista durante un período mayor que la estación muerta. Además de la subsistencia necesaria para la reconstitución de su fuerza de trabajo inmediata, es necesario agregar el equivalente a la falta de producción que resulta de su ausencia durante el período productivo. En tales condiciones la explotación del trabajo realiza la transferencia del sector doméstico al sector capitalista, proporcionalmente a la edad del migrante y a la duración del empleo.

Cuando un trabajador está comprometido simultáneamente en la agricultura de autosubsistencia y en un trabajo remunerado del sector capitalista, produce a la vez una renta en trabajo y una plusvalía. La primera procede de una transferencia gratuita de una fuerza de trabajo producida en la economía doméstica hacia el sector de producción capitalista, la otra de la explotación de la fuerza de trabajo del productor comprada por el capitalista. En el lugar del empleo la renta en trabajo no aparece generalmente como tal, pues el trabajador no le entrega por separado a su empleador, un tiempo de trabajo gratuito y un tiempo de trabajo remunerado, sólo le entrega un tiempo de trabajo a bajo precio. La renta no se realiza de igual manera que la plusvalía: exige la puesta en marcha del mecanismo complejo y específico de las migraciones temporarias, el establecimiento de un doble mercado de trabajo y el sostenimiento de una ideología discriminatoria adecuada.




El mantenimiento de las "reservas de mano de obra".

Para realizar la superexplotación, es necesario que se den ciertas condiciones en la zona de emigración y en el mercado capitalista.

En la zona de emigración esas condiciones están ligadas a la preservación integral o parcial de una agricultura de autosubsistencia y de relaciones domésticas de producción. Para esto, es necesario que los capitalistas impidan la extensión del capitalismo a zonas rurales.

En las colonias de poblamiento una fracción del territorio es substraída a la apropiación privada de los colonos. Con el pretexto de preservar las condiciones de vida tribal, las autoridades deben intentar impedir en ellas la emergencia de una propiedad privada de la tierra y la constitución de relaciones de producción capitalista. Estas reservas satisfacen las necesidades reproductivas de la fuerza de trabajo, en tanto se les entrega una parcela de tierra a cada familia, y se prohíbe la circulación monetaria a fin de evitar la concentración de capital. Resulta conveniente que la mano de obra sea impulsada a regresar a sus hogares al término de cierto período de trabajo (corto, para que no quede a cargo de los empleadores).

La necesidad de dinero obliga a estas poblaciones a entrar en el mercado capitalista. Como, por otra parte, la tierra permanece disponible y las condiciones de la producción alimenticia cambian poco, las relaciones domésticas de producción persisten como las únicas capaces de asegurar la supervivencia y la perpetuación de las comunidades. De esta manera se obtiene, mediante el relativo abandono de dichas regiones, que al entregarlos a una miseria insidiosa expulsa a los campesinos de sus aldeas.










El doble mercado de trabajo y la segregación.

La extracción capitalista de la renta en trabajo exige la constitución de instituciones, mecanismos e ideologías. El doble mercado de trabajo apunta a dividir al proletariado en trabajadores integrados, que se reproducen íntegramente en el sector capitalista, y migrantes, que sólo se reproducen en él parcialmente. Esto se consturye a través de discriminaciones por distinción entre salario directo e indirecto y la inestabilidad del empleo.

Además, el racismo y la xenofobia son esenciales para el funcionamiento del doble mercado de trabajo, para la superexplotación, para producir un terror en una fracción del proletariado y para retrasar la conciencia de clase. La rotación de la mano de obra migrante es obtenida mediante estas discriminaciones, las que, al privar al trabajador migrante del seguro social y del seguro de empleo, lo obliga a volver a su país. Otro efecto del doble mercado de trabajo es la flexibilización, que permite la inestabilidad en el mercado de trabajo. En fin, los trabajadores migrantes sirven como ejército de reserva industrial.




Los beneficios de la inmigración.

La vuelta periódica a la economía doméstica le ahorra al capitalista una parte del costo de mantenimiento, de reproducción y de retiro, que le paga al migrante definitivo. Los beneficios son: iguales al costo de tiempo de trabajo social necesario para la reproducción y el mantenimiento de una fuerza de trabajo equivalente en el interior de la esfera capitalista de producción; o bien, a las sumas de los salarios indirectos que hubieran debido pagar a los trabajadores integrados que realizan el mismo trabajo que los rotativos, más la diferencia entre los salarios entre las dos categorías de trabajadores.

El proceso continuo de acumulación primitiva, al extenderse a poblaciones cada vez más numerosas, las priva a éstas de su despegue industrial. Los movimientos de mano de obra se organizan de acuerdo con las necesidades del capitalismo internacional y en su beneficio.




Los límites de la superexplotación del trabajo.

El sector doméstico, a causa de la explotación de la que es objeto mediante la inmigración, sufre una lenta degradación que compromete a un plazo fijo sus capacidades de reproducción y aprovisionamiento continuo del mercado de trabajo. Las poblaciones colonizadas fueron incorporadas al sector capitalista mediante la expropiación de tierras y medios coersitivos. Las actividades artesanales se fueron abandonando para el ejercicio de actividades remunerativas, convirtiendo así a la economía doméstica en tributaria del sector colonial para su aprovisionamiento de artículos indispensables. El campesino se exilia por las condiciones económicas que se producen en su medio ambiente y por la imposibilidad de aumentar la productividad sin recurrir a un aumento de la jornada laboral. Es suficiente que el salario ofrecido refleje parcialmente la distinta productividad de ambos sectores, para atraer al trabajador rural, y que dicho salario permanezca inferior al precio medio de la fuerza de trabajo para qie se produzca, además de la plusvalía una renta en trabajo.

El salario para el trabajador presenta dos ventajas: puede acceder a objetos que reemplazan la producción artesanal y perciben un aumento en sus ingresos a inmediatos a causa de que la productividad de su trabajo ha aumentado. El beneficio que extrae es coyuntural y precario ya que no hay seguridad de empleo.

a) El umbral de pauperización.

La comunidad doméstica debe permanecer lo suficientemente numerosa y equilibrada como para poder compartir sus fuerzas entre los dos sectores. Los precios de los productos alimenticios en el mercado deben ser bajos, ya que la fuerza de trabajo debe cubrir necesidades alimenticias y de consumo. La ayuda alimenticia y la inestabilidad provoca un aumento de la tasa de natalidad, y esto, a su vez, genera un porvenir incierto. Este se asegura en la reinversión del producto del trabajo en los futuros agentes.

En la misma proporción que las condiciones objetivas del trabajo migratorio deterioran las condiciones de la reproducción social y la seguridad que le está asociada, el dinero pasa a ser considerado como el medio de una inversión económica susceptible de producir un ingreso y asegurar el porvenir. Pero, en lugar de ser una inversión se transforma en un ahorro que termina siendo transferido al sector capitalista en forma de dinero. Todos estos factores llevan a dichas comunidades fuera del marco de la economía doméstica.

El ingreso de los trabajadores está determinado por las variaciones de los precios y los salarios. Se llega a un punto donde el rendimiento de la agricultura doméstica es muy bajo como para seguir siendo soporte de reproducción. Una franja de la economía doméstica sobrevive por esfuerzos inhumanos porque no tienen otra alternativa. Y otra franja siempre creciente de trabajadores se aleja de la economía doméstica y pierde el beneficio que ella le brindaba. Si estos trabajadores no tienen acceso al mercado inferior de trabajo, ya no podrán encontrar en ningún sector los medios para su reproducción. Se convierten en marginales, proletarios de reserva, condenados a la pauperización absoluta. Cuando los ingresos monetarios no cubren la falta de producción agrícola, la miseria se instala y pone en peligro las condiciones de reproducción de los trabajadores.

El capitalismo se enfrenta, así, a una contradicción. Restaurar las tierras en las reservas mediante la incorporación de fertilizantes comprados en el mercado capitalista implica hacer penetrar el capital, con el riesgo de modificar las relaciones sociales allí donde se había convenido dejarlas al margen. Es hacer depender esta agricultura del mercado capitalista, destruir sus cualidades y renunciar al beneficio de la renta que produce. Abandonar dicha agricultura a sí misma equivale a entregarla a su degradación y a renunciar, por lo tanto, a la producción de una fuerza de trabajo barata.

Criterio objetivo de la división del proletariado.

Se distinguen 3 fracciones principales del proletariado de acuerdo con su capacidad de reproducción en el sector capitalista: el proletariado integrado (que recibe salario directo e indirecto); proletariado campesino (salario directo); proletariado sin medios de reproducción en ningún sector.

Las tácticas sindicales: el primero insistirá sobre la preservación de su nivel de vida, reivindicará una parte importante de la ganancia del capitalista y a veces un control sobre la producción y las condiciones del trabajo. La segunda reivindicará mejores condiciones de trabajo y de resistencia, pero tendrá un débil conciencia de clase. La tercera, en caso de crisis, puede volverse combativa si toma conciencia que se trata de vida o muerte obtener entradas.

b) La concurrencia.

Los medios de producción deben estar adaptados a una mano de obra poco formada. Lo que representa un problema para la patronal. Pero, al mismo tiempo, el precio de la mano de obra es inferior a una calificada, que puede manejar máquinas. Esto permite, que el capital obtenga una ganancia mayor a los mejores equipados.

La superexplotación del trabajo, como había señalado Marx, contribuye a frenar la baja tendencial de la tasa de ganancia. En la medida en que favorece a ciertas ramas de la industria más que a otras, agudiza también la concurrencia al interior del capitalismo. Por efecto de la concurrencia internacional un número cada vez mayor de empresas se dedica a esta superexplotación mediante la implantación de empresas en los países subdesarrollados. A medida que la experiencia política de los trabajadores se acumula, no es tan fácil reservarle condiciones de vida miserables. Implantar empresas en el lugar de origen permite que el capital se desentienda de los costos de transporte, de alimentación, pues el obrero será alimentado con una producción local pagada por debajo de su valor. Pero esto no suprime la ola de inmigración masiva a los países del primer mundo.

La explotación del trabajo no se plantea en los límites estrictos de las relaciones entre estados, ni entre un centro y una periferia, sino entre clases sociales cuya dicisión pasa por el interior de los países dominados. El regreso o la retención de los trabajadores que provienen del sector doméstico a si país de origen no pondrá término a su superexplotación.




Conclusiones.

El recurso a la producción doméstica como medio de reproducción de la fuerza de trabajo se ejerce en dos niveles: a) uno mediante el cual el capitalismo se aprovisiona de fuerza de trabajo gratuita (renta en trabajo) y b) por medio del cual se procura ese artículo esencial para su funcionamiento: el trabajador libre.

Primera contradicción.El salario no puede ser inferior al costo de reproducción, sin comprometerla. Sin embargo, en muchos lugares se ha dado así. Para que el capitalismo se reproduzca deben crecer las fuerzas productivas y la fuerza de trabajo aumentar en cantidad y calidad. El capitalismo se asegura la reproducción de la fuerza de trabajo a expensas de la población, y así, tiende a explotarla de una manera destructiva. La implantación industrial acelera este proceso. El imperialismo como medio de reproducción de fuerza de trabajo a bajo costo, conduce al capitalismo a una crisis mayor. Cuando se haya agotado física y socialmente la mano de obra del sector doméstico, los amortiguadores que propician la superexplotación también desaparecerán.

Segunda contradicción. La familia como lugar de reproducción del trabajador libre. En los medios populares, la familia se perpetúa según el modelo ético y en el marco ideológico y jurídico impuesto por la clase dominante, pues sigue siendo el lugar de producción y reproducción de la fuerza de trabajo. La lucha por la liberación de los jóvenes contribuye a la disolución de la familia como espacio de resistencia al capitalismo. Si con la familia desaparecen los lazos de sujeción personal, con el capitalismo desaparece el trabajador libre, ya que cae en la alienación total.

El capitalismo representa una amenaza totalitaria.

Anne Stoler. Transiciones en Sumatra.




Subsunción de Marx.

El concepto de subsunción significa subordinación al capital de la fuerza de trabajo a la lógica de su reproducción. Es un proceso de incorporación capitalista. Los procesos que Marx denominó formal y real aluden a los modos cualitativamente distintos los cuales el capital subordina la mano de obra, ya sea destruyendo la base material, proceso de trabajo y/o las relaciones sociales de los modos de producción precedentes a base de conservar y rehacer ciertos rasgos de tales relaciones.

Tal fenómeno se encuadra en la transición clásica desde una industria artesanal a una producción fabril que utiliza maquinaria compleja y nuevas técnicas de control laboral sobre la marcha.

Subsunción formal. No impone cambios en el proceso de trabajo, puede absorber un proceso existente de trabajo que se ha desarrollado bajo modos de producción diferentes. Hay extracción de plusvalía absoluta (por intensificación del trabajo o extensión de la jornada laboral). Los trabajadores son libres. "Es la falta de correspondencia entre la base material de producción y su forma social" (Godelier).

Subsunción real. El capital ha desarrollado sus propias fuerzas de producción y, de esta manera, transforma esencialmente las relaciones del obrero hacia el capital y el trabajo. Se interviene en el proceso de trabajo mismo. Hay extracción de plusvalía relativa (por incremento de la productividad mediante tecnologización). "Hay una correspondencia recíproca o fusionada entre la base material de producción y su forma social" (Godelier).

Stoler sugiere que la formal, sea identificada tomando en cuenta los procesos de trabajo, formas de extracción y, además, los factores sociales y las luchas sociales durante el período de transición colonial y contemporáneo. Puede ser impuesta desde el exterior, como parte del colonialismo, no necesariamente como parte de una transición. Es la más acentuada en estos procesos, a base de preservar y recrear emplazamientos alternos para la reproducción.




Sumatra.

La colonia significó una reorganización drástica de la comunidad y de la agricultura, la desaparición de la propiedad comunal y la rápida extensión de productos agrícolas. Las comunidades javanesas se hallan en la periferia de las plantaciones, son inmigrantes proletarizados. Luchan por su independencia y autosuficiencia campesina.

Durante los 50 años posteriores a la introducción de las plantaciones, la población aumentó un 1500%. Importaron trabajadores chinos y javaneses. Un 33% de las tierras de cultivo fueron vendidas o concedidas a industria extranjera. En 1860 se iniciaron exportaciones agrícolas a gran escala en Deli, como estrategia del Estado colonial holandés para el desarrollo político y económico, la cual se amplió al sector privado. Industria: tabaquera, caucho, té, pita y palmera de aceite. Hacia 1918 no quedó tierra disponible para cultivo que no perteneciente a las plantaciones. En los años veinte, la zona de plantaciones se había convertido en un sólido bloque político y económico bajo control extranjero.

En ausencia de una población indígena deseosa de trabajar en las propiedades controladas por manos extranjeras, los hacendados de Deli reclutaron cada año decenas de miles de trabajadores que, durante más de un siglo habían sido cometidos a extracciones de tierra y de mano de obra por la industria azucarera holandesa. El principal mecanismo fue un sistema contractual (a cambio de un pasaje para Deli, un culi se comprometía a trabajar durante un número determinado de años. El aliciente para contratar mano de obra era la promesa de tierra o salario suficiente para que un trabajador contratado pudiera comprar alguna parcela.

Los javaneses acudieron a Deli a pesar de unas condiciones de vida de trabajo adversas, se debió a la introducción previa de capital colonial en Java y a las formas de adaptación indígena y a la resistencia que pusieron los javaneses en respuesta a la introducción de capital extranjero. Las comunidades campesinas de estas zonas no podían mantenerse a causa de que sus habitantes carecían de tierras y se vieron obligados a irse para ganarse el sustento.

El sistema laboral de Deli no podía reproducir las condiciones para su propia existencia. Implicaba un alto grado de mortalidad, transitoriedad y agotamiento de la población. El descontento laboral se manifestó mediante: asesinatos de colonos europeos, enfrentamientos, organizaciones secretas y establecimiento de asentamientos ilegales clandestinos en la periferia de las plantaciones. La situación laboral amenazaba los beneficios industriales y el control blanco.

Esto desencadenó en un reclutamiento familiar, por parte del gobierno, a las que se asignó una parcela correspondiente para satisfacer sus necesidades de reproducción. Las compañías optaron por asentamientos de mano de obra. Estas fueron estrategias de reducción del coste de mano de obra. A partir de la crisis de 1929, se dio una abolición del sistema de contratos, los contratados fueron reemplazados por trabajadores libres.

Cuando se fue la crisis económica, abandonaron los proyectos de colonización u asignación de tierras a los trabajadores. Se incrementó la extracción de plusvalor relativo, fueron años de gran productividad.

En 1945 se declaró la independencia y tomaron posesión legal de tierras masivamente. Hubo milicias revolucionarias, ocupaciones ilegales, organizaciones de graneros de izquierda y sindicatos. En este período de separación y autonomía tuvo lugar una notable mejoría de la capacidad de negociación de los trabajadores. Cierto grado de seguridad de subsistencia ajeno al trabajo en las propiedades dotaba a los trabajadores de mayor fuerza e influencia dentro de él.

En 1965, después de alzamiento militar derechista, el partido comunista fue declarado ilegal y los ocupantes ilegales fueron desalojados. Al mismo tiempo que se llevó a cabo una reducción de plantilla. Además, tuvieron fuertes desembolsos de capital en nuevo material agrícola y en la racionalización tecnológica estructural. Entre 1967 y 1979 el conjunto de la mano de obra se redujo en un 42,5%. Se reinició el trabajo temporal en las propiedades. El uso de esta fuente laboral externa y más barata procedente de pueblos periféricos y de los propios recintos cercados de las propiedades redujo el coste de la mano de obra. La seguridad social no puede ser disfrutada por los temporeros. La subsunción no es tan sólo una cuestión de proletarización, sino también de marginación del trabajo lucrativo. Se ha agudizado la presión demográfica. Para las compañías es el mejor de los mundos posibles: numerosa reserva de mano de obra muy próxima a las propiedades, pero más allá de la responsabilidad de éstas. Y los trabajadores acudieron a ellas para su subsistencia.




Simpang Lima.

Comparte características comunes con el Norte de Sumatra: crecimiento de la población, descenso en la tenencia de tierras; están definidas por el espacio social determinado en el que viven sus habitantes y las presiones económicas dominantes a las que están sometidos. El dilema de estar simultáneamente al margen de las propiedades y controladas por éstas se hace evidente en casi todas las facetas de la comunidad.

La tierra de secano se ha agotado considerablemente y la tierra de regadío es pobre y de escasa productividad. Como zona productiva, pocas son las otras posibilidades de empleo que ofrece: productos de bambú y de palmas, hortelanos, venta de cocos. Los javaneses se han hallado con escasas fuentes de trabajo que no impliquen la venta, y además barata de su fuerza de trabajo.

La mayoría son temporeros, sólo el 20% tiene puestos fijos. Y los trabajadores de plantilla pueden contratar dos ayudantes para la recolección, esto, les permite a las propiedades incrementar la producción, sin aumentar la fuerza de trabajo fija. Estas relaciones de producción en la industria de propiedades no pueden ser expresadas meramente en términos de capital-salario. La comunidad es un depósito de mano de obra barata para la economía regional, las propiedades y las pequeñas operaciones capitalistas de otros grupos étnicos. La mayor parte busca empleos fuera de la comunidad.

Surgen problemas entre padres e hijos, porque los primeros sueñan con una unidad agrícola independiente y los segundos no se lo representan ni siquiera como un vago ideal. Simpang Lima no puede reproducir las condiciones para su propia existencia, ni tampoco puede ser considerado un sitio con un modo de producción independiente, si bien subordinada. No puede permitirse una forma específica de producción diferente de la de la agricultura de las propiedades. Tanto en las bases materiales como laborales en que se fundamenta derivan del sector capitalista o son sostenidas y reproducidas por éste. La agricultura en la periferia de las propiedades sólo es viable porque es una empresa de poca importancia, en la que se invierten unos recursos financieros, físicos y sociales limitados.

Este tipo de comunidades facilitan la expansión capitalista. La política global de la subsunción en el Norte de Sumatra viene definida por caminos que han seguido esas comunidades, el modo en que se han desarrollado y extendido, contraído y reproducido, y la manera en que se han visto limitadas para lograrlo.




Conclusión.

Lo notable del capitalismo periférico es que ambas formas de extracción (absoluta y relativa) pueden combinarse. Por ejemplo, el proceso laboral se lleva a cabo por la intensificación de la jornada laboral, formas encubiertas de extenderla y el ingreso de nuevas tecnologías.

Los sistemas de plantaciones se han basado en la esclavitud, contratos y trabajo asalariado y han sido dependientes de una relación política y social de supremacía y subordinación por el estado colonial.

Los campesinos conforman un proceso laboral basado en las relaciones sociales de producción de subsistencia, la economía doméstica y el intercambio recíproco de mano de obra. El cual se reproduce parcialmente y la mano de obra sólo puede ser objeto de subsunción formal. La subsunción formal, puede constar de elementos políticos y económicos y puede, asimismo, transformar los modos según los cuales tiene lugar la reproducción

La subsunción opera tanto en la producción como en la reproducción. La economía doméstica controla el proceso de producción, se utiliza un proceso de trabajo ajeno al capital, pero se implanta el capital. La consecuencia imprevista de los esfuerzos de una población para satisfacer sus necesidades básicas puede ser la resistencia de los trabajadores al proceso de subsunción.






Hugo Trinchero. Economía política de la exclusión.




Categoría de "exclusión".

La profunda concentración de capital, el desarrollo de procesos de producción flexibles y una ofensiva política contra la organización del trabajo, han dado lugar a un deterioro de la "sociedad salarial", expulsando grandes masas de población fuera de los circuitos mercantiles. La desocupación, tendía a conceptualizar un índice estadístico que se consideraba como propio del funcionamiento de la reproducción del capital, legítima, denominada "friccional". El Estado social, estaba llamado a morigerar los impactos del desempleo friccional. En ese contexto, el pleno empleo era un indicador de inclusión social. El Estado funciona como mediador entre el capital y el trabajo (sindicatos y cámaras).

A partir de los años 70, comenzó a darse un fenómeno de desempleo estructural, que refiere a un porcentaje creciente. La exclusión está signada por una precarización constante, pero nunca es determinante, sino que hay capacidad de reinserción.

Intelectuales hegemónicos. Ya no es el capital el que debe hacerse cargo de la mediación salarial, sino la política social. Se da una des-socialización del sujeto, al que sólo le resta luchar por su inclusión. Exclusión remite a una forma de especular inclusión sin que se consideren las tendencias del proceso de acumulación.

Críticas. Se da un dualismo sociológico. "Exclusión" apunta a ser funcional al neoliberalismo. Impide pensar a los sujetos sociales como productores de alternativas a esta modalidad de la sujetación capitalista. "Exclusión" leída desde el poder hegemónico permite transformar la cuestión del capital en una cuestión de sector. Se pierde de vista la idea de clase como organizadora de la lucha.




La sociedad está conformada por Tres Sectores.


El Estado, que signa recursos para la reproducción; el mercado, que asigna recursos para la producción; y el tercer sector, que asigna recursos a los sectores excluidos. En este tercer sector, surgen empresas de perfil comunitario y social de carácter no-mercantil. Se desprende, así, el concepto de economía social, que es el conjunto de lo producido, distribuido y consumido por los sectores excluidos del Estado y del Mercado y de sus instituciones representativas.

Críticas. Presenta un carácter fetichista, donde los excluidos, en tanto sector autónomo de la economía, no serían el resultado expropiatorio del capital, sino un estamento del "nuevo" capitalismo, hacia el cual deben generarse los mecanismos para que se incorporen al proyecto de contrato social pretendido. A la vez que se da una naturalización de la desigualdad social en esta idea en la que la política y la economía no se mezclan (al país se lo saca adelante la bu ran do, y los excluidos son unos vagos, que hacen política para no tener que laburar) y la economía se queda al margen de la sociedad civil. El Estado debe producir los instrumentos jurídico-políticos para el reconocimiento de la lucha política de la clase trabajadora. Y por último, las ONGs actúan al margen de la lógica del Estado y del mercado, con lo cual, no son una alternativa transformadora de esa lógica, produce que los pobres sigan siendo pobres y se muevan en una lógica endogámica.




ERT y Ley de Valor.

La enorme y sistemática concentración de capital, el quiebre de miles de empresas y, como consecuencia de ello, la expulsión del trabajo asalariado de cientos de miles de trabajadores, ha dado lugar a un fenómeno de protestas por la inclusión social masivo durante la época de los '90. El modelo contractual de la inclusión vino de la mano de los organismos de financiamiento de la nueva política social mediante planes de contención al reclamo por el hambre capitalista. El reclamo se dirige inicialmente a la obtención de lo que el Estado legitima como un derecho. Hay diferentes modalidades de protesta social en la historia de la lucha y organización de la clase trabajadora Argentina. Hay una que pareció marcar una particularidad en la forma de resistencia a este modelo de cristalización estamental de los trabajadores desocupados, recategorizados como sector excluido y recluidos en el ámbito territorial: luchas por la recuperación y autogestión de empresas vaciadas y cerradas por el capital privado.

Vuelve a poner en el centro de la lucha a los trabajadores desocupados en resistencia, en el seno de la producción. La lucha por la recuperación resiste las pretensiones de naturalización de excluidos sociales (nosotros somos trabajadores, queremos laburar con nuestra forma de trabajo y hablamos con el Estado para que nos legitime). Les da un lugar de disputa por el campo económico. Este movimiento vuelve a situar la lucha en el centro de las contradicciones de la sociedad (K y T).

Se las quiere asociar a "economía social" por haber formado cooperativas de trabajo. Pero éstas no resultan del asociativismo de desocupados promovidos por ONGs por las políticas sociales del Estado, sino de la necesidad de mantener en funcionamiento una empresa quebrada por sus patrones a riesgo de caer en el desempleo estructural. Siempre el objetivo final es maximizar el desentendimiento del capital respecto a la producción social del trabajo. Ahora bien, aquello que el capital promociona como su política de control social y elusión a las resistencias del trabajo a la acumulación y concentración capitalista genera al mismo tiempo potencialidades para el desarrollo de alternativas para la misma clase trabajadora. En tanto categoría que interpela a la clase trabajadora en su calidad de desocupados, está sujeta a la resignificación que la resistencia del trabajo produzca en torno a su sentido social. En este escenario, puede entenderse a la economía social como espacio de disputa política.

Las ERT han tendido a trasvasar la noción de economía social como política económica de la exclusión social al incorporar la defensa del trabajo a un proyecto que re-sitúa a los trabajadores dentro del aparato productivo, y lo hacen de una forma que también les permite discutir las relaciones sociales en las que se insertan y participar desde allí en la disputa política y económica. Son trabajadores que se encuentran frente al imperativo de sostener el trabajo y el salario por sus propios medios, se insertan en relaciones mercantiles (nada tiene que ver con los objetivos de la economía social).

Se organizaron en movimientos reivindicativos que han roto con el remando intento de separar la lucha social de la lucha política y de clases que el neoliberalismo ha pretendido imponer como modelo.

Desde las políticas públicas se tendió a subsidiar (ya que su deber es sólo la reproducción) dejando librado el éxito u sostenimiento a la lógica del mercado (absuuurdo, fue el mercado el que las mató dahh). Desde el punto de vista del mercado, las empresas devastadas por el propio capital resultan inviables. Sin embargo, desde el punto de vista del trabajo, al no seguir la lógica destructiva de la competencia capitalista hacia la concentración, sino aquella que prioriza garantizar el empleo de la capacidad de trabajo, deberían motorizar criterios de eficiencia y eficacia de otro tipo (restricciones capitalistas: reinserción en la cadena de valor, gerenciamiento en un contexto competitivo, desarrollo tecnológico).

Su principal objetivo fue el reconocimiento legal, que se logró producto de la lucha y organización política conjunta.

Y han llevado a cabo una capacidad innovativa tecnológica, organizacional y sociocultural del trabajo para hacer funcionar las ERT en situaciones impensables para el capital. Esto es, la capacidad creativa del trabajo. Los desafíos no sólo se dieron en el ámbito de la producción y comercialización, sino por rediseñar el uso social de la empresa.




Conclusiones.

La crítica a la economía política hegemónica debe superar el voluntarismo metodológico que pretenda que la recuperación de una empresa implica la capacidad orientar el trabajo hacia un proyecto liberador o, que al bajar la intensidad en los últimos años, dicho movimiento de la clase trabajadora ha sucumbido frente a las estrategias del capital. Entonces, debe mostrar comprometidamente el campo de posibilidades y limitaciones de que una dicotomización semejante de la cuestión impida su recuperación tanto para su análisis teórico como para su socialización en tanto experiencia política.

El desafío del trabajo puede verse como una salida del propio capital frente a aquellas unidades productivas ineficientes y obsoletas por sus intereses. La experiencia de la toma de fábricas y empresas, y la autogestión de las mismas por trabajadores previamente despedidos, se constituye también como una modalidad alternativa resistente frente a la flexibilización omnipresente y además se configura como un proceso amplio de control social del trabajo frente a los desmanes del capital sin trabajo.



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