Las instituciones de escolarización masiva a menudo sacan a los niños de sus familias y comunidades locales, alentando el dominio de conocimientos y disciplinas que tienen aceptación y base ideológica en esferas más amplias. Durkheim (1956) y otros, estas escuelas han servido para inculcar habilidades, subjetividades y disciplinas que refuerzan el Estado-Nación moderno.
Ubicadas en un espacio entre lo local y lo nacional, las escuelas
modernas proveen un recurso
contradictorio a aquellos estudiantes que podrían beneficiarse con sus
enseñanzas y credenciales. aunque los conocimientos y disciplinas
escolarizados ofrecen ciertas libertades
y oportunidades, al mismo tiempo, además, pueden arrastrar a los estudiantes hacia proyectos dominantes de nacionalismo
y formación laboral capitalista, o atarlos aún
más firmemente a sistemas de
clase, género y desigualdad racial. A nivel más personal, la sujeción a los servicios escolares puede
producir un sentido del yo como “entendido”, como “alguien” (Luttrell, en este volumen), pero también puede
alentar un sentido del yo como fracaso. Las experiencias de educación formal
pueden llevar a autorresponsabilizarse por la modestia
de la propia posición social.
No es sorprendente que las escuelas
y la educación a menudo
se transformen en sitios de intensas políticas culturales. Las políticas pueden envolver el currículum.
Escuela: una institución de instrucción intencional regulada u organizada por el
estado. Incluimos no solamente los programas de educación formal
para los jóvenes,
sino también los esquemas gubernamentales “no formales”
de entrenamiento, educación de adultos, y similares.
Aunque puede variar el grado en el cual se formaliza el entrenamiento
cultural, situado en un nivel de
actividades para las cuales se pretende el entrenamiento, y suministrado a una escala
de masas, los antropólogos reconocen
que todas las sociedades proveen
algún tipo de entrenamiento y algún conjunto de
criterios mediante los cuales los miembros pueden ser identificados como más o menos entendidos.
Sin tener en cuenta si son legitimadas por instituciones formales,
consideramos significativas las
formas locales de educación. No habría perspectiva que nos permita reconocer
que, a pesar de cuán homogéneo pueda
parecer un grupo,
la producción cultural
está en curso, y las definiciones hegemónicas de la persona educada
pueden ser disputadas desde las
líneas de género, edad y, en sociedades estratificadas, etnicidad y clase.
Los
estudios de caso de este volumen reflejan una nueva dirección para la
investigación educacional “crítica”.1
Tal investigación es fundamentalmente local y etnográfica. Junto con esta perspectiva interpretativa
ampliada, también instamos a una base comparativa más amplia. al desarrollar este proceso de ampliación interpretativa
y empírica, proponemos la consideración
de dos términos clave. Argumentamos que el concepto de “producción cultural”
nos permite comprender mejor los recursos
para, y las limitaciones sobre,
la acción social –el interjuego de agencia y
estructura- en una variedad de instituciones
educacionales. También sostenemos que esta concepción culturalmente
específica y relativa de la “persona
educada” nos permite apreciar las particularidades históricas y culturales de los “productos” de la
educación, proveyendo de este modo un marco desde el cual comprender los conflictos en torno a diferentes tipos de
escolarización. En el proceso de
explicación de estos dos términos, esperamos articular un modelo distintivo que
está emergiendo en los estudios
educacionales críticos y cualitativos.
Contexto de los fundamentales cambios teóricos que han tenido
lugar en el campo de los estudios
educacionales críticos a lo largo de las dos últimas
décadas:
los
conceptos de “reproducción social” y “producción cultural”, que tuvieron su
momento en los 80’. Argumentaremos que los 90’ son testigos de un
ensanchamiento de horizontes en el estudio crítico
de la educación. Influidos por el campo
de los estudios culturales, con su foco sobre
las identidades, y por las teorías de la práctica, que dan cuenta de la
producción de formas culturales, los
estudios educacionales críticos construyeron sobre, pero no se limitaron a, la comprensión de las
escuelas como uno de los lugares principales de lucha de las clases desfavorecidas por el capitalismo avanzado. Tales
estudios han llegado al punto, de
hecho, donde el concepto de producción cultural puede ser desarrollado con
“relativa autonomía” de la
problemática de la reproducción de clases. adelantamos el concepto de una “persona educada” culturalmente
variable, para sustituir la “reproducción” estructural (léase clase) como la posición privilegiada desde la cual ver
todas las formas de producción cultura.
Nuestra segunda tarea al proveer
un contexto: explorar
las diferencias entre las escuelas,
como lugares para la producción de personas educadas, a través del
espacio cultural y social.
En estudios
británicos, por ejemplo,
los problemas de clase, y ahora las dinámicas de raza y género,
han dominado la teorización acerca de la educación, mientras que en los Estados Unidos, las diferencias culturales basadas
en la raza y la etnicidad han sido más salientes. Pero la habilitación, desplazamiento o des-habilitación de la
primera generación de alumnos que vemos
en los países del Tercer
Mundo, es un tipo diferente de proceso.
DESARROLLOS EN LOS ESTUDIOS EDUCACIONALES CRÍTICOS
La reproducción social
Al principio, guiados por los supuestos liberales acerca del rol de las
escuelas en una meritocracia, donde
la movilidad ascendente era asumida como el resultado del talento y el esfuerzo. Diseñados imitando los
productos de las investigaciones de las ciencias duras, estas representaciones de las escuelas
tuvieron gran difusión, primordialmente en forma de encuestas y datos experimentales. las encuestas y experimentos han sido
reemplazadas, en alguna
medida, por investigaciones de tipo más histórico/etnográfico.
La perspectiva crítica ha sido siempre permeada
por un fuerte compromiso con los ideales
de igualdad en educación. Acordamos
con Connell (1993:19), quien señala que este ideal de igualdad demanda tanto una justicia
“distributiva” y como una “curricular”, esto es, igualdad en el acceso a la educación tanto como a la
representación y al conocimiento curricular.
“nueva
sociología de la educación”. elaboraron una crítica radical de los efectos
sociales de la escolarización en
las así llamadas democracias liberales capitalistas3 . En particular, estos investigadores se esforzaron en mostrar que las escuelas
no eran lugares “inocentes” de la transmisión cultural, o lugares
para la inculcación de valores consensuados.
la escolarización respondía menos a los impulsos
populares para el ascenso y habilitación, y más a los requerimientos de disciplina y
conformidad demandados por la producción capitalista y la Nación-Estado.
Hacia el final de
los 70’, la “teoría de la reproducción” había surgido para explicar cómo las escuelas
servían para reproducir más que para transformar las estructuras desiguales existentes.
De la reproducción social a la reproducción cultural:
la obra de Pierre Bourdieu
Bourdieu y sus asociados inauguraron un enfoque altamente
original de la reproducción de las
bases culturales del privilegio. Según Bourdieu, la valoración altamente
sesgada de los estilos culturales y competencias fue lo que apuntaló un orden social
desigual.
Estas contradicciones no sólo reproducían posiciones sociales y económicas desiguales, sino también el valor del capital simbólico
del honor en sí mismo.
, este autor desarrolló el concepto de “capital cultural” como un
recurso social análogo a, y complejamente entrelazado con, el capital económico. El “capital cultural”
se refiere a un tipo de crédito
simbólico que uno adquiere al aprender a encarnar y representar signos
de la posición social. Este crédito consiste en una serie de
competencias y rasgos característicos de
la personalidad, tales como “gusto” e “inteligencia”. Para Bourdieu, el
“capital cultural” es convertible
en capital económico a través de credenciales académicas avanzadas, o en la manera en que ayuda a sus portadores, por
ejemplo, a asegurarse préstamos, a encontrar
socios de negocios, o si no, a recibir
el beneficio de la duda en decisiones financieras.
En otras palabras,
sólo aquellos gustos particulares y habilidades poseídas
por las clases de elite son reconocidas como signos de “inteligencia” por las escuelas.
Este proceso
educativo impone un tipo de “violencia simbólica” sobre los estudiantes que no son de la elite
Como Connell
(1983) lo expresó,
las escuelas se habían transformado en las “cajas
negras” que, necesariamente,
reproducían los requerimientos estructurales de la economía y el estado capitalistas.
noción de Bourdieu
de capital cultural
nos ayuda a pensar en el rol potencial de las escuelas
en el establecimiento de nuevas formas de capital simbólico mientras se
desplazan las viejas.
La antropología americana y los estudios de la escolarización: el enfoque de la diferencia cultural.
Así como la clase social
se había transformado en la problemática central para la teoría de la
reproducción, la diferencia étnica lo había sido para los antropólogos
educacionales. los antropólogos
giraron su atención cada vez más hacia los sistemas de escolarización modernos, especialmente por los problemas
de diferencias culturales y étnicas en los Estados Unidos.
Realizaron estudios microetnográficos de aulas y comunidades,
intentando identificar diferencias entre sus patrones
respectivos de comunicación, códigos lingüísticos, y estilos kinésicos [“kinesic”] y congnitivos10.
Según este enfoque de la “diferencia cultural”, las minorías étnicas tendían a fracasar en la medida en que no se
adaptaban exitosamente a los
estilos culturales dominantes de las escuelas (usualmente considerados blancos,
de clase media).
Rechazando
poner énfasis en que tanto los estilos de comunicación, los códigos cognitivos, y así sucesivamente, eran prácticas
culturales de grupos variablemente poderosos,
históricamente producidos dentro
de relaciones de poder, el enfoque de la diferencia cultural tendió a esencializar los repertorios culturales de los grupos
minoritarios.
Así, por diferentes razones, hacia mediados
de los 80’ las encontramos a ambas, la “teoría de la reproducción” y la teoría de la “diferencia cultural”, como interpretaciones del proceso educacional, en gran parte carentes de nuevas ideas.
MÁS ALLÁ DE LA TEORÍA DE LA REPRODUCCIÓN: ETNOGRAFÍA Y PRODUCCIÓN CULTURAL
Estos estudios
etnográficos obligaron a los investigadores a ir más allá de las formulaciones más deterministas del análisis del
discurso “productivista” tanto del marxismo estructural y postestructural. los etnógrafos empezaron
a abrir la “caja negra”
incrustada en la percepción que los reproductivistas tenían de la escolarización.
Los “agentes sociales”, escribió Willis (1981b:175), “no son portadores pasivos de ideología, sino apropiadores activos quienes reproducen las estructuras
existentes sólo a través de la lucha,
la competencia y una penetración parcial de esas estructuras”. (Esta idea vs la pasividad que propone la teoría de la
reproducción social). El punto importante es que la escuela en sí misma no socializaba a los muchachos
unilateralmente para conformarlos a su posición de clase obrera. Al contrario,
los muchachos eran una parte fundamental del
proceso dinámico15.
Pero más allá de la importancia de sumar la resistencia a la teoría
de la reproducción, el foco en la producción cultural amplió
considerablemente los límites de los estudios
educacionales críticos.
Los muchachos de Willis introdujeron su crítica de la escuela
en un despliegue dramático de masculinidad
altamente sexista, con el que expresaban tanto su sentido de superioridad racial
y sexual, como su antagonismo al “conformismo” de los muchachos de clase obrera.
En otras palabras, las bases de la identidad
son históricas y cambian a través del tiempo y a través del proceso
político.
Asimismo,
en sus respectivas etnografías recientes de las escuelas secundarias en el nordeste de los Estados Unidos, tanto
Wexler (1992) como Weis (1990) demuestran la
manera en que las identidades sociales construidas en las escuelas se
vinculan con movimientos sociales y
político-económicos que se reestructuran en la escena regional mayor.
Ambos, como hizo Gilroy, recurren a la teoría de los movimientos
sociales de Touraine y Melucci para
ir más allá de las teorías estáticas de clase: Wexler provee un informe
socio-psicológico sofisticado de cómo los estudiantes aprenden
a “transformarse en alguien”
dentro de los confines organizacionales de tres escuelas secundarias
posicionadas de manera
bastante diferente en relación a los movimientos sociales y de clase.
Los estudios culturales y la producción cultural de la persona educada
Aquí proponemos un concepto más amplio de producción cultural que se
relaciona con estos desarrollos en
estudios culturales, , aunque no es abarcado por los mismos. En antropología, por ejemplo, la producción
cultural ha resultado tener un significado ampliamente
similar a aquél de los estudios educacionales. Se puso énfasis en la cultura como un proceso continuo de creación de
significados en contextos sociales y materiales, reemplazando una conceptualización de la cultura
como un cuerpo
estático, inmodificable, de conocimiento “transmitido” entre generaciones.
la producción cultural se refiere
a los procesos por los cuales son creados nuevos
textos, nuevos artefactos culturales y productos, tales como arte, música y video.
mientras la persona es culturalmente producida
en sitios definidos, la persona educada
también culturalmente produce
formas culturales.
concepto de producción cultural
como una construcción teórica que nos permite describir
e interpretar la manera en que
la gente confronta activamente las condiciones ideológicas y materiales presentadas por la escolarización.
EL PARADIGMA DE LA ESCOLARIZACIÓN OCCIDENTAL EN EL CONTEXTO
GLOBAL
pasaremos ahora a
nuestro segundo punto principal: la necesidad de desarrollar más completamente la perspectiva comparativa. Tanto las teorías
de la reproducción como de la producción cultural se han desarrollado de
manera importante en diálogo con estudios de
escolarización en Estados
Unidos, Gran Bretaña, Francia y Australia. Ha habido pocos esfuerzos por extender los estudios de la
producción cultural de la persona educada, como tales, a sociedades dependientes del capitalismo avanzado, y a menudo aún en proceso
de construcción de la Nación y
formación del Estado (Foley, 1991). Pero, sin duda, el ascenso histórico de los sistemas de educación
pública de masas ha generado construcciones poderosas, y de alguna
manera convergentes o “globales”, de la “persona
educada”.
Müller y su equipo (1987) argumentan desde el caso europeo que el
desarrollo de la escolarización
estatal tuvo el efecto de una mayor exclusión de las clases más bajas antes que la democratización del acceso a la
educación. los historiadores
revisionistas americanos (Hogan 1982;
Katz 1975; Spring 1972) han enfatizado el rol que las escuelas jugaron para controlar los nuevos grupos
de inmigrantes, “modernizando” sus hábitos laborales, e incorporándolos culturalmente dentro de la Nación, principalmente con el fin del control
capitalista del trabajo.
A la vez escolarización de masas se desarrolló mano a mano con la hegemonía de la Nación-Estado como una forma política.
Por otra parte, el Estado también trata de “individualizar” a las
personas de maneras específicas –como
contribuyentes, jurados, consumidores, y también, alumnos. Con el ascenso
de la Nación-Estado como una forma política, la escolarización se transformó en un crisol
de cultura común.
Según Fuller
(1990), los Estados del Tercer Mundo especialmente “frágiles” (Fuller mira básicamente a África) adoptan modelos
de educación siguiendo el patrón occidental a fin de destacar su compromiso con el progreso
de estilo occidental y la modernización, a través de la oportunidad masiva y las reglas meritocráticas.
La diversidad cultural
no solo está amenazada por la cultura
de masas, sino por modelos
de educación antagónicos y crecientemente divorciados de una riqueza
de discursos morales
y estilos de aprendizaje culturalmente específicos40.
Hacia dónde van las escuelas? Antropología y tendencias educativas globales
Algunos de los antropólogos que realizan estudios
etnográficos del consumo
de medios de comunicación
sugieren, al menos implícitamente, que los medios de comunicación son un sitio aún más poderoso de socialización y formación de identidad que las escuelas.
Una etnografía escolar
crítica no puede
ayudar salvo que se examine
a fondo las acciones de los agentes
escolares, aunque no sean nuestros
sujetos de investigación principales.
Así, si bien en términos prácticos
la escolarización es difícil de estudiar, creemos
que la importancia ininterrumpida de las escuelas
requiere que lo intentemos.
Mientras la presencia de escuelas es al menos mencionada en
virtualmente todos los trabajos etnográficos escritos, aún se ha prestado
relativamente poca atención
sistemática a los efectos en curso de la educación
en las prácticas de la vida cotidiana.
SEÑALANDO FORTALEZAS Y MAPEANDO NUEVAS ORIENTACIONES: ESTUDIOS DE CASO HISTÓRICO-ETNOGRÁFICOS.
Sostenemos
la necesidad de conceptualizar la lógica de la educación en sus variados contextos culturales. Nuestro concepto de
“la persona educada” sugiere que todas las culturas
y formaciones sociales desarrollan modelos de cómo uno se vuelve una persona totalmente “cognoscente”, una persona
provista con el maximum de “capital cultural”. Es cierto que “educación” se ha ido volviendo equiparable a escolarización,
a medida que los grupos servidos por
escuelas de tipo occidental comienzan a internalizar los significados dominantes brindados por los curricula formales
y el discurso escolar. Sin embargo, en tanto usamos “persona educada” como una
construcción analítica, decimos en todas las
sociedades y culturas se encuentra más o menos presente que una
concepción indígena de la persona
educada.
Las escuelas también crean un espacio para la formación de relaciones
sociales entre personas de diferentes clases,
géneros, castas, grupos
étnicos y de edad que difícilmente se encontrarían en otros lugares.
Estas relaciones pueden
llegar a reconfigurar alianzas,
lealtades
y simpatías previas. Centralmente, cada uno de los estudios emplea un prisma histórico para entender el presente. El consejo de Haraway insiste en prestar
estrecha atención a los conocimientos locales, pero desde una perspectiva crítica, con el objeto de producir mejores
descripciones, que permitan
una práctica más informada.
Argumentamos que los análisis
locales deben conservar
una perspectiva crítica
acerca de la economía
política y las formaciones socio-ideológicas dominantes, sin perder de vista
las contingencias particulares y las
dinámicas culturales que caracterizan a los contextos locales. las escuelas son lugares heterogéneos.
Finalmente, al tiempo que reconocemos la sabiduría de la recomendación de Haraway acerca de los saberes locales, también
notamos que como académicos críticos de la educación
y la cultura frecuentemente vivimos una contradicción. En nuestras investigaciones y escritos, a través de
nuestra práctica etnográfica, podemos valorizar
los conocimientos y valores “populares”. Frecuentemente actuamos como abogados de grupos subordinados,
intentando mostrar la lógica, vitalidad y dignidad de sus mundos culturales. Servimos, en otras palabras, como
vehículos de lo que se ha convenido
en llamar discurso contrahegemónico55. Sin embargo, también estamos al frente de las instituciones
educativas dominantes. Somos los productos de
su maquinaria productora de conocimientos. Por mucho que hayamos “resistido” a esa maquinaria, llevamos sus huellas
grabadas. Este hecho al que es imposible escapar
se hace evidente en la forma en que tendemos a reforzar los lazos disciplinarios y aceptar las
distribuciones existentes de capital simbólico, ignorando de esta manera las contribuciones de otros ámbitos,
como las escuelas
de educación, o los centros
de investigación del Tercer Mundo.
Resumen compartido por Oriana. GRACIAS!
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